3. Día dos

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La noche anterior no descubrí una mierda, así que me volví a la cama para esta vez si, dormir.

A las 10 de la mañana ya nos estaban tocando la puerta de la habitación, ya que ese día íbamos a hacer snorkel todo el día.

Me levanté de la cama y caminé hasta la terraza de al lado de nuestra habitación, la cual utilizábamos para comer.

Aquello era un festín. Cereales, tostadas, leche, batidos, zumos....

Di los buenos días a los mayores y me senté en una de las sillas. Me serví un poco de zumo y una tostada. La cual embadurné con aceite y tomate.

Poco más tarde, Marina, Santi y Elena aparecieron por allí. Nada más levantarme de la mesa y adentrarme en la cocina, una mano me llevó hasta un lateral.

-Ni una puta palabra de lo que pasó ayer-.

-Ni que hubiera pasado algo "Wow"... Todo el mundo llora...-.

-Bueno, pues yo no, así que cierra la boca-.

-Qué sí, que no voy a decir nada. -Me solté de su agarré y me dirigí a la habitación-.

Hice mi cama, me desnudé completamente, aprovechando que la morena estaba fuera y comencé a vestirme con toda la calma.

Me coloqué la parte de abajo del biquini y nada más subírmelo, la puerta se abrió de par en par.

-¿¡No sabes llamar a la puerta o que!? -Pregunté mientras me tapaba como podía-.

-Eso mismo te pregunté yo ayer a ti y me respondiste que no iba a ver nada nuevo. -Se carcajeó-.

Bufé y me terminé de poner la parte de arriba del bañador. Acto seguido cogí un vestido playero, las chanclas y salí de allí.

Cuando todos terminamos de prepararse, salimos en dirección a una de las playas más bonitas para hacer snorkel, según Google.

Y al parecer, tenía toda la razón. En cuanto llegamos a aquella playa, nos enamoramos completamente.

El agua era totalmente cristalina y quieta, por no hablar de los kilómetros que tenía de arena. Debía de tener mínimo 10km. Era exageradamente grande.

Nada más dejar la toalla, los cinco nos acercamos hasta la orilla del mar, para ponernos las aletas.

-Tened cuidado con el mar. -Habló mi padre. -Y no os vayáis muy lejos-.

Me coloqué la GoPro en un arnés de pecho, después mis dos aletas, escupí al interior de las gafas, para que no se empañaran, me coloqué el tubo en la boca y me dejé caer sobre el agua, sumergiéndome al instante.

Encendí la cámara y cuando todos estuvimos listos, comenzamos a explorar el mar.

En cabeza iba Elena, mientras que Santi y Marina buceaban tras ella. Natalia y yo buceábamos con calma detrás de ellos.

Mirábamos entretenidos la vida marina, hasta que dimos con una pequeña "isla" rodeada de rocas.

Elena señaló lo que parecía una cueva marina, a lo que Natalia y yo nos negamos rotundamente. Ya que los veíamos capaces de querer entrar allí.

Seguimos buceando un par de minutos más, hasta que en una de estas, dejé de mirar a los peces, para enfocar toda mi atención en el la profundidad del mar, ya que los animales que rondaban por nuestro entorno, eran cada vez más grandes.

Paré de bucear y saqué la cabeza del agua. Giré mi cabeza hacia la orilla, donde podía ver nuestra sombrilla a kilómetros de nosotras.

Mi respiración comenzó a entrecortarse y mi corazón comenzó a bombear con más rapidez. Vi como Natalia levantó su cabeza con una expresión preocupante en su rostro.

572 km 「Albalia G!P」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora