U N O

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  Nicholas Thompson



—Ian, he avisado a mamá de que ya he llegado y me ha felicitado. Te manda besos.

—Bien... Ya casi estamos. —Pongo los ojos en blanco; odio que nunca entable una

conversación sobre este tema y que la evada, sin darme opción a que pueda mostrarle mi apoyo—.

¿Estás segura de que no quieres alojarte en mi casa?

—Que no —repito, adormilada, en el coche—. Tú estarás trabajando, así que no tiene sentido

que me quede allí, sola. He venido a disfrutar.

—No a visitarme, entendido.

—Nos vamos a ver todos los días, ¿te parece poco?

Como era de esperar, mi hermano se queda callado.

En el fondo somos iguales y sé que, a pesar de su insistente propuesta, prefiere que me hospede

en un hotel en lugar de hacerlo en su piso. A ambos nos gusta tener intimidad; es decir, estar en

contacto, pero ser independientes. Hace tres años que no vengo a verlo, aunque él estuvo en

Londres hace seis meses... y, que no volverá pronto, lo tenemos claro.

No somos una familia ejemplar, ¡en absoluto!

Su relación con nuestra madre es distante. Ése el motivo que lo trajo hasta California cuando

cumplió la mayoría de edad. Ahora, doce años después, ha conseguido sus objetivos

profesionales, hace lo que le da la gana sin dar cuentas a nadie y, debido a sus encantos ocultos, es

el soltero de oro que muchas mujeres codician aquí, en San Diego.

Abro los ojos entre bostezos y lo miro de reojo; está bastante serio desde que me ha recogido

en el aeropuerto, pensativo. Físicamente somos tan distintos... Es rubio y de ojos marrones, en

contraste con mi mirada gris y mi cabello color café. No le gusta que le recuerde el porqué de

esas diferencias y yo, para qué engañarnos, opto por no ponerlo de mal humor, ¡menudo carácter

tiene! En ocasiones es insoportable, y ésta es otra de las razones por las que he decidido no

instalarme en su casa. Me niego a tener que darle explicaciones o acatar normas al invadir su zona

de confort. No va conmigo..., y aún menos cuando vengo con ganas de salir, bailar, beber, conocer

gente nueva y disfrutar sin prejuicios, tal como me merezco.

Los últimos meses no han sido fáciles y, aquí, me propongo dejar todo aquello atrás.

Me estiro y, más espabilada, me olvido de mi taciturno hermano. Observo a mi izquierda,

gozando de las preciosas vistas y relajándome tras el viaje en avión, que no es lo mío. Adoro el

ambiente que se respira en California, sus playas.

He de confesar que no dudé demasiado cuando Ian me propuso pasar las vacaciones aquí. Dos

meses para mí, ¡por fin...! Aunque mi plan perfecto hubiera sido traer conmigo a mi mejor amiga,

MIÉNTEME ESTA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora