D O S

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Un encuentro accidentado



Tengo un sabor amargo en el paladar. Estoy dolorida, me pesan los párpados. La claridad me

molesta cuando intento abrir los ojos. ¿Y qué es esto? Noto frialdad en el hombro, algo mojado

que me espabila un poco, trayéndome de vuelta una sucesión de imágenes, todas con el mismo

protagonista. Me niego a creer que el animal que ha provocado mi tonta caída sea el que esté

curándome con tanto tacto. Finalmente me envalentono y, no sin esfuerzo, localizo a la persona que

está a mi lado, arrodillada junto a la cama.

Trago... ¿Me ha acomodado él? No hay nadie más...

Y sí. Mi temor está aquí, no se trata de otro distinto a Nicholas Thompson..., la misma mirada

contemplándome sin darme una tregua, aunque menos feroz, y su expresión también lo parece. Y el

resto, caray con el resto. Intento no prestar atención a sus abdominales, pero es que..., madre mía...

Sí, ¡madre mía! Está cuadrado.

—Eh..., he llamado a Carter y viene de camino. Ya verá qué hace contigo —dice, déspota,

estudiando mi reacción. Me limito a asentir—. Ha sido apenas un rasguño, pero la sangre es muy

escandalosa y tú, según he comprobado, muy débil para lo que te conviene.

¡Estúpido, imbécil!

Busco la herida, pero tengo una gasa que está empapada de agua y no me permite verla.

Nicholas la sujeta con una mano, sin ejercer presión, manteniendo la distancia y tan erguido que

denota su incomodidad. ¿Por qué me ha ayudado? ¡No entiendo nada! ¿Qué se me escapa, que no

soy capaz de encontrarle una razón lógica a la situación?

—¿No vas a decir nada de una maldita vez?

—Sí..., que estás chiflado.

—No sigas con el juego y explícame qué está sucediendo.

—Esto es el colmo. —Me desprendo de su agarre de malas maneras, ocupándome de cubrirme

personalmente el hombro—. Lo mismo me pregunto.

—¡¿Vas a continuar?!

—¡¿Con qué?! —reclamo, desesperada—. ¿A qué viene todo esto?

Me incorporo lo justo y me arrastro hasta estar sentada sobre la almohada, ya que él se toma la

libertad de situarse en la orilla de la cama. Su nariz casi perfecta se ensancha, y suelta una risita

irónica. ¿Y ahora qué trama o qué piensa, mejor dicho?

No dejo de preguntarme de dónde ha salido este tipo.

—Dime —interrumpe mis pensamientos, señalándome de pronto, con el ceño fruncido—,

quiero saber el nombre de la mujer tan especial en la vida de Carter.

MIÉNTEME ESTA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora