—Hola, — ¿puedes escucharme?— Preguntó mi mente.
—Soy yo otra vez, recuerda todas las cosas que te hicieron, las veces en que te quedaste callada y no te defendiste, las veces en las que se aprovecharon de ti, la veces en que usaron la psicología inversa contra ti y te hicieron sentir culpable de todo.
—Hey, ya son las 4:00 AM— respondí. —me siento inquieta y mi corazón está latiendo muy rápido, estoy estresada y cansada mentalmente de mí. —¿Puedes parar un rato?—inquieta volví a preguntar. — necesito dormir y olvidarme de todo aunque sea por una horas.
—Lo sé, pero necesito que sigas pensando en lo que te voy a decir.—agobiadamente. — ¿Qué vas hacer si sigues prestando atención sobre lo que dicen de tu cuerpo? ¿Cómo seguirás reaccionando a eso? ¿Puedes quererte o no de esta manera?—desesperadamente preguntó mi mente.
—Por favor te digo que no sé qué hacer esto, estoy totalmente cansada de las críticas y ya no puedo más.—Contesté.
—¡Oye! Baja el volumen de tus AirPods y escúchame bien, enserio aceptarás este comportamiento de los demás hacia a ti?—Ansiosamente exclamó mi mente.
—Por más que trato de ignorarte no sales de mi cabeza, ¡ya basta!—Angustiada contesté.
—¿Enserio seguirás preocupándote por la gente que no da ni un paso por ti?—Retumbando mi mente.
—No pudiendo aguantar las lágrimas y con dificultad de respirar le dije— Esta es mi personalidad, no puedo cambiar mi esencia para agradar a los demás.
—Es exactamente la razón por la que te cogen de ingenua, pretendes agradar a todos y no, no tienes que darle ese placer a todos—Mi mente respondió.
—¡Pero no puedo ni siquiera negarme a un favor! No puedo socializar bien con la gente, siempre vivo encerrada tanto física como mentalmente, me da miedo abrirme a la gente, porque todos prometen estar para ti pero cuando mas lo necesitas se van. Solo son palabras que se las lleva el viento. —Dije con mis manos en el pecho.
—La verdad siempre escondes tu dolor detrás de una sonrisa para que la gente crea que eres feliz, pero no, tú solo estás estancada, eres una fracasada y no tienes ni idea que te espera en el futuro. —Hirientemente me comentó mi mente.
—¿Pero qué diablos dices?—Me pregunté
—Eres una mierda, una muerta de hambre, una mantenida, una buena para nada.
—Te estás pasando—contesté.
—Tienes que engordar más para que le gustes más a tu pareja. Tienes que cambiar para complacer a otros.
—Basta—Solloza.
—Solo soy tus pensamientos, esto es exactamente lo que te han dicho que eres y es lo que tú has decidido creer.
(Ya me estaba doliendo la cabeza, tenía el corazón acelerado, me costaba respirar y tenía palabras de insultos constantes en mi cabeza. Empecé a golpear mi cabeza con el espejo repetidas veces porque no resistía las voces hasta que la ansiedad me convenció de que todo lo que decía era verdad).
