UNA SONRISA

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El claro del amanecer resplandeció en los antiguos muebles del dormitorio principal y, por primera vez en mucho tiempo, Laura Kempf decidió quedarse un rato más en la cama tras despertar

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El claro del amanecer resplandeció en los antiguos muebles del dormitorio principal y, por primera vez en mucho tiempo, Laura Kempf decidió quedarse un rato más en la cama tras despertar. Inmóvil, ignoró brevemente sus deberes y se concentró en el ruido de los pájaros, dejándose llevar por el fresco olor a encino de la atmósfera de la Academia. Después de todo, ese sería el último día de su vida.

Laura nunca faltaba al diligente cumplimiento de su rutina, pero aquella era una ocasión especial y un ligero atisbo de preocupación nubló su mente al inicio de esa mañana. Tanto ella, como el resto del equipo, trabajaron incansablemente para preparar el experimento. Tras años de investigación, el margen de error ahora podría considerarse nulo. Aún así, todo el grupo conocía las implicaciones del novedoso artefacto y Laura, al ser la líder de ellos, cedió ante un nerviosismo por demás natural.

 Aún así, todo el grupo conocía las implicaciones del novedoso artefacto y Laura, al ser la líder de ellos, cedió ante un nerviosismo por demás natural

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Mientras se levantaba y se dirigía al cuarto de baño, recordó las desventuras vividas para llegar al punto donde se encontraban ahora. Hacer ciencia de manera ilegal, fuera de las Academias Oficiales, era no solo el crimen más perseguido en todos los confines del universo, sino el único aún castigado con pena de muerte. Sin embargo, Laura afirmaba constantemente: la clandestinidad de su labor no se equiparaba a la virtud y la benevolencia de su causa; por lo tanto, ellos podían tener sus conciencias tranquilas. Tras tener éxito, la humanidad seguramente perdonaría los medios por los cuales alcanzaron tan noble fin.

Planeta misterio [relatos cortos de ciencia ficción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora