Viento fuerte a orillas del Huapi, una mirada fija hacia el lago, y una pregunta que no requería respuesta... ¿Qué otra cosa me queda por hacer más que recordar?, incógnita frecuente que se asomaba por la mente del viejo y golpeaba como una patada desde adentro, al corazón, pues claro, si con 79 años la rutina se había comido su vida entera, ¿qué otra cosa podría buscar?
Así desenlazaba la tarde de lunes a lunes en el bar de Villa La Angostura con la misma pregunta de siempre: "¿Qué otra cosa me queda por hacer más que recordar?", pregunta que Amadeo se hacía así mismo cada vez que el reloj de su mano derecha anunciaba las 20:00hs, horario en que el bar cerraba sus puertas y debía irse a su casa. Todos los días rutinarios escritos bajo una misma receta, levantarse a las 10 de la mañana, tomar un té de manzanilla, bañarse, salir a caminar, volver a casa, almorzar, echarse una siesta, y salir nuevamente a caminar con Lucho, el perro ovejero alemán que tenía como mascota, para a eso de las 16.00hs dejarlo en casa, y tener la actividad más importante de su vida durante el día: "tomar un café en "Rustico", fumar unos cigarrillos negros, mirar el vidrio para ver a la gente pasar, y esperar que algún día alguien se siente a conversar con él.
Amadeo, había sabido ser un carpintero importante en los años dorados de la Capital Federal Argentina, tenía sus mujeres, sus vicios, tenía su casa, su negocio, y cuando cerraba la carpintería por las noches, era puntual anfitrión de un lugar a donde los hombres de la época tanguera, se acercaban noche tras noches para intercambiar unos tanguitos, y unos "chamuyos" con las bellas damas de la zona porteña que se acercaban a esos lugares a tomar algo. Supo tener mucho dinero, a tal punto de que no manejaba más su carpintería sino que tenía empleados, tuvo muchos coches, y hasta se había escuchado por ahí que cuando el muchacho entraba por la puerta de madera de la tangueria, muchos hombres arengaban y vociferaban: ¡¡¡"ahí viene Amadeo, saluden al rey de la noche"!!! Eran sin dudas, sus años dorados, hasta que una noche de aquellas perdidas, su vida daría un giro de 180 grados.
¿Así que usted es Amadeo, el hombre del que tanto hablan?, dijo con una voz muy femenina la prima de la gringa Louisa Niell, del bar nostálgico de Flores.
Amadeo: -No sé si todos hablan de mí, pero en algo coincidió... sin dudas, soy Amadeo Moreno, y... ¿con quién tengo el gusto?
Mi nombre es Lucia Niel, soy prima de la dueña de este bello bar, tenemos sangre Inglesa, pero somos bien porteñas, al menos la gran mayoría de la familia, ah, y escuche hablar mucho de usted, ¿cuál es el don que lo caracteriza?
Amadeo: -El único don que tengo, es el de ser un farsante señorita-
Lucia: -Excelente, eso me imaginaba-
Amadeo: -¿Se lo imaginaba?-
Lucia: -Pues claro, no existe hombre alguno que logre ser tan famoso sino fuera por su estupidez a la hora de tratar a una mujer, aunque viéndolo mejor... usted no creo que sea un estúpido como los tantos que se ven aquí.
Amadeo: -¿Eso es un halago o me está insultando?
Lucia: -Jajá, ¿acaso no es el "rey de la noche", no debería saberlo?
Amadeo: -Antes de hablar con usted ya sabía su intención, y se cuál es la mía ahora, le aseguro que puede pensar miles de cosas sobre mí y mi fama, pero de algo estoy seguro: usted bella señorita, no piensa que soy estúpido, por algo, vino usted a hablarme y no fui yo, aunque si yo no fui, fue porque no la he visto antes.
Lucia: - mmmm, a ver... que palabras diría usted para conquistarme, le aseguro sin dudas, que me interesa saber.
Amadeo: -Puedo explicárselo mejor, si acepta tomar algo conmigo-
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LOS CONSEJOS DE AMADEO
Krótkie OpowiadaniaEn una mesa de un bar de Villa La Angostura, en la Patagonia Argentina, un viejo toma su café como todas las tardes, hasta que un día, ese café sera algo mas que un café. Gracias a un joven que se le suma a su mesa para charlar. El viejo, aprovecha...