02| The winner takes all.

290 40 12
                                    

...

Marcelo no está conforme con la idea de tener que si quiera pensar en la posibilidad de Riquelme cerca de Pablo. Incluso prefiere que todo sea un mal sueño, que el olor desagradable de ese alfa nunca tocó su sensible nariz, que jamás puso esas asquerosas manos encima y que todo es un mal sueño ocasionado por su mala alimentación y dudosos horarios de sueño. Pero no... era parte de su realidad y debía tomar una decisión.

¿Debía tomar una decisión?  la respuesta es un claro "no", él no le debe nada a Riquelme, no eran amigos y solo comparten tres clases, o sea, no son cercanos ni nada por el estilo. No tiene motivos o razones para brindarle su ayuda. 

Podría fingir demencia y que ese pajero se busque a alguien más para ayudarlo a cortejar a Pablo. En su cabeza no hay rastro de culpa y eso jamás le quitaría el sueño (la facultad ya lo hizo por él), pero a Marcelo siempre le queda una espina en su cabeza, la constante de "pero ¿y si...?" le quedaba. Y comenzó a vigilar al dúo Aimar-Riquelme cuando estaban juntos, para justificar esa duda que le surgió, por curiosidad, por aburrimiento, por lo que sea.

Empezó a notar - mejor dicho a darse cuenta - como el cordobés siempre traía dos tuppers con comida, a veces más cargados, otras veces menos, pero el segundo siempre era destinado a Román. El que siempre se esperaban fuera de las aulas para entrar a las clases o irse al comedor o biblioteca o a la plaza cerca de la facu para tomar mate. Que siempre Aimar tiene la gigante ropa - con el asqueroso olor -  de Riquelme y, lo peor, es cuando Pablo se pone a hablar del alfa.                                                          

"──Hoy Romi  me dijo que estaba lindo, capaz me ponga más negro."

"──Román me invitó a comer, capaz me arregle el pelo o el pantalón por uno más decente o..."

Gallardo se cuestionó del porqué jamás lo notó y la respuesta más lógica es "porque Pablo habla mucho", Marcelo no se puede culpar si todo lo que el callado y mala onda de su amigo no habla e el día lo descarga en Javi, Diego o él y es un dato tras otro que no se puede tener registro de todo lo dicho o hecho por el riocuartense.   

Se mordió el interior del cachete mirado como su amigo se quedaba esperando  Riquelme. ──Che, ¿Pablito siempre fue así?

Ariel miró al otro omega y después a él. ──No sé qué Pablo conoces vos, pero este es el de siempre.

¡Ayudame! | Bover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora