Como todas la noches, hoy era de entrenamiento, mi Padre prefiere el  manto oscuro de la noche para enseñarme las mismas cosas básicas de ser un lobo. Así que en el día preferimos dormir, aunque mi padre sale al pueblo a comprar algunos recursos, nunca me ha dejado ir con él, dice que las personas son malas y que matan a lo que es diferente.

Bueno aunque esté Año terminará todo eso, ya tengo 18, la edad perfecta para recibir los poderes del lobo, será después del invierno, cuando aparezca la luna sangrienta. Seré inmortal.

- listó para tu entrenamiento.

La voz de mi padre interrumpió mis pensamientos, entrando  a la cabaña, estába cubierto por algunos copos de nieve, estába empezando a nevar.

- Está nevando, papá no creés que es mejor no ir está noche.

La expresión de mi padre cambió a una que conozco muy bien, arrogancia.

- hijo, a tu edad yo salía con mí padre en nevadas mucho peores que estás, y no me quejaba.

- está bien papá , pero no vuelvas presumir de tu historia - me quejé.

- no prometo nada, y deja de quejarte, te vas a convertir en un lobo, no en un gato - bromeó - ahora ve a cambiarte, salimos en 5 minutos.

Me puse una ropa muy abrigada, aunque mi padre se quejaba diciendo que a su edad el sobrevivió a un frío infernal, con tan sólo un pantalón y una camiseta, y otras cosas que siendo sincero, no les presté atención.

                  *************

Ahí estaba yo, escuchando una clase de mi Padre de cómo saber cuándo un destrucción está cerca. Los destrucción, son una manada. bueno en realidad son tres manadas, los Alfa, viven en lo más alto de la montaña, algo que los caracteriza mucho, es qué cuando se transforman toman un color completamente blanco, igual que la nieve, mi madre era una. Después están los Omegas, más abajo del territorio de los Alfa, está el de los Omegas, a comparación de los alfas, los Omegas son marrones, mi padre es uno. Y por último pero no menos importante, los destrucción, son despiadados, anhelando carné humana, aunque también  matan y comen, a otras manadas de  hombres lobos, su olor es cómo la muerte en si.

Por ellos es que toda mi vida eh estado lejos de las manadas. Aunque después de recibir los poderes de el lobo, tendré que ver qué bando me toca, el de los alfas o Omegas.

Cuando mi Padre dejó  de hablar, nisiquiera me di cuenta, de todas maneras ya sabía todo lo necesario para ser un lobo. Dimos una caminata, recorrimos el mismo sendero de siempre, pero yo quise hacer ésto un poco interesante, me salí de el sendero. Caminé un poco por ahí, la oscuridad no es un problema para mí, tengo una excelente visión nocturna. Llegué a un lindo lugar, pasto cubiertos con nieve, pinos,  me paseé por ahí un rato. me detuve a apreciar la luna, no estába llena, al contrario le falta mucho para estarlo, pero igual estaba hermosa.

Sobre salté, cuando escuché un crujido, estaba un poco lejano, pero no tanto.

Si otra ventaja de tener sangre de hombre lobo.

Me escondí detrás de unos arbustos, lo primero que pude hacer es percibir un olor, era una persona, era un humano, mi padre me había describido su olor. Quise irme de inmediato, pero mi curiosidad pudo más que yo, me asome un poco desde mi escondite. Lo primero que vi fue una capa roja con pequeños copos en ella, se quitó la capa. subí un poco la mirada, a su cabeza, un cabello rojizo largó, un poco ondulado, una piel tan clara cómo la luna misma.

¿Es una chica?

Supongo que sí.

No me culpen, nunca había visto a una chica en mi vida, bueno del género femenino, sólo a mí madre cuando era chico,que no cuenta porqué era un lobo,pero nunca a una de chica de mi edad y menos humana.

Y que te hace pensar a tí que tienen la misma edad.

Cállate, y no arruines el momento. Me acerqué un poco para ver mejor, un poco más, y más.

Estaba tan distraído con la chica que nisiquiera me di cuenta que había un tronco en mi caminó, estába tan considerablemente cerca de la chica que caí justo  encima de ella.

—Perdon..... — nisiquiera me dejó terminar.

En cuestión de segundos ella sacó una daga y me hizo un corté en el brazo, retrocedí en cuestión de segundos, ahogando un quejido.

— ¡Nisiquiera te atrevas a tocarme! — me amenaza con la daga en mi cuello.

— No iba a tocarte.

— ¿Entonces por qué me seguías? — lo pregunta acercando la daga más a mí cuello.

¡Invéntate algo pronto! Piensa, piensa, que hago, ya se.

— Soy un viajero o aventurero, me perdí un poco y te quería pedir ayuda, me estoy alojando en una cabaña, temporalmente, perdí mi brújula.

Al parecer me creyó.

— Yo tengo una brújula, te la presto y así podrás volver.

— ¿Y tú como harás?

Se encogió de hombros.

— Me sé el camino de memoria.

— Mañana te la devolveré.

— Está bien. Adiós— se despide con un saludo

— adiós.

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⏰ Última actualización: Apr 02 ⏰

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