Aguda

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Ezequiel se encontraba en medio de la segunda fase de la depresión. Después de haber experimentado una serie de desafíos y pérdidas en su vida, sentía que su mundo se desmoronaba a su alrededor. Había dejado atrás su hogar en Argentina y se había mudado a Chile en busca de un nuevo comienzo, pero la tristeza y la desesperanza seguían aferrándose a él.

En un pequeño pueblo cerca de Santiago, Ezequiel intentaba reconstruir su vida. Caminaba por las calles silenciosas y observaba los paisajes montañosos que rodeaban la localidad. A pesar de la belleza de la naturaleza que le rodeaba, sus ojos seguían nublados por una pesada tristeza.

Se encontraba solo, sin amigos ni familiares cerca. El sentimiento de aislamiento era abrumador y, a veces, se preguntaba si algún día podría volver a encontrar la felicidad. La rutina diaria se volvía un desafío cada vez mayor, y cada paso que daba parecía requerir un esfuerzo inmenso.

Un día, mientras deambulaba sin rumbo por el pueblo, Ezequiel se encontró con un pequeño café que emitía una luz acogedora desde su interior. Decidió entrar y se sentó en una mesa cerca de la ventana. Observó a las personas que transitaban por la calle, pero sus pensamientos continuaban atrapados en una espiral negativa.

Fue entonces cuando una joven se acercó a su mesa con una sonrisa cálida. Se presentó como Carolina y le preguntó si podía acompañarlo. Ezequiel, sorprendido por la amabilidad de una desconocida, aceptó tímidamente. Carolina le contó que también había pasado por momentos difíciles en su vida y había luchado contra la depresión.

Carolina le habló sobre su experiencia de superación y cómo había encontrado apoyo en grupos de apoyo y terapia. Le animó a buscar ayuda profesional y a no enfrentar la depresión en soledad. Ezequiel sintió un destello de esperanza mientras escuchaba las palabras de Carolina.

Impulsado por ese rayo de luz, Ezequiel decidió seguir el consejo de Carolina y buscar ayuda profesional. Se puso en contacto con un terapeuta que lo guió en su proceso de recuperación. A medida que exploraba sus emociones y trabajaba en la sanación de sus heridas emocionales, Ezequiel comenzó a ver pequeños cambios en su vida.

El terapeuta también le recomendó unirse a un grupo de apoyo en la comunidad. Allí conoció a otras personas que también habían lidiado con la depresión y compartían sus experiencias y estrategias de afrontamiento. Ezequiel se sintió acogido y comprendido, y poco a poco comenzó a tejer lazos de amistad con las personas del grupo.

A medida que pasaba tiempo con su grupo de apoyo, Ezequiel también descubrió la importancia de cuidar su salud física. Comenzó a hacer ejercicio regularmente y a adoptar una dieta más equilibrada. Estos cambios en su estilo de vida tuvieron un impacto positivo en su estado de ánimo y energía.

ENTRE SOMBRAS Y LUCES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora