Quisiera decir que me costó un poco aunque sea, pero la verdad es que no me costó nada agarrar el celular, abrir whatsapp, ir a los chats archivados y escribir "te extraño" en la caja de texto correspondiente a tu casilla para después darle send. En el momento pensé que es un arma letal del cual la contraparte no puede escapar, porque o me decís que vos también me extrañás o por fin te armás de valor y me decís que vos en realidad no me extrañás nada, que así como fugazmente sentiste una conexión con mi persona o partes de ella, así también esa conexión se desmagnetizó, caput, abbiamo finito, c'est fini. Es fácil, ¿no? aunque en realidad es más fácil decir "yo también"...y eso hiciste.
No me dejaste opción, tuve que hacer lo que mejor me sale: enroscarme en esa ínfima conversación y crear más titulares para este infinito ejemplar sobre cómo vincularse para el orto y otras desgracias. Capítulos:
¿Por qué te lo dije?
¿En realidad lo siento o sólo quiero sentirme validada por alguien externo a mí?
¿Qué carajo me costaba no entrar a la sección prohibida de mi whatsapp?
¿Por qué te pongo en la sección prohibida si lo prohibido es tentador y vos ya eras tentador entonces se cancelan los términos y se rompe la mátrix?
¡¿Pero qué me pasa que ando extrañando a un extraño?!
Antes de seguir con el paripé, caí en la cuenta de que la última pregunta sí tenía sentido y mucho. ¿Extrañar? ¿a un extraño? ¿ la misma palabra aún siguiendo impulsos tan enfrentados?
¿Cómo es que le adjudicamos una palabra que nos invoca "lo ajeno", "lo de afuera" a una de las sensaciones más desesperantes de nuestro existir? será que quizás me rehusaba a pensar que ese hombre con quien usé sólo mis mejores chistes oscuros, a quién compartí mis más retorcidas teorías y concedí acceso a mi más preciada curaduría de stickers de Moria Casán, fuera catalogado como ajeno. Acaso dudando de si la palabra extrañar fuera lo suficientemente minuciosa para interpretar lo que siento al pensarte tan lejos y tan distante, estaría intentando corregirme en una palabra que al contrario, describe mucho mejor que mi ingenuo impulso el estado que nos define: nos desconocemos.