Solo diré una cosa: disfrutad.
Joder.
Eran las doce menos cino de la noche. Yo estaba sentado en los sillones, a pocos metros de Farah. Ella había bebido, y los efectos del alcohol comenzaban a hacer efecto en su cuerpo. Yo no bebí ni una mísera gota.
Mientras que yo permanecía en un sillón, con la mirada fija en Farah, ella bailaba con libertad al ritmo de la música. No podía retirar la mirada de ella, de su cuerpo moviéndose al ritmo de la música.
Tomé aire.
Veía un poco borroso, tenía la mente nublada y por ella solo pasaban las imágenes de Farah enfundada en ese puto vestido negro.
Bailaba OHMAMI, de Chase Atlantic, sin importarle las miradas de los demás. El vestido se le pegaba aún más al cuerpo, tenía la piel ligeramente sudada, un vaso en la mano y se movía junto a un hombre un tanto mayor para ella, quien parecía estar disfrutando bastante la situación porque había un bulto entre sus piernas. Qué patético...
Graciosito, tú también lo tienes, y me atrevería a decir que muchísimo más marcado y exagerado que el suyo, me recordó mi conciencia. Entonces tomé aire, eché la cabeza hacia atrás y traté de no dejarme llevar por la fricción. Incluso cerré los ojos por un segundo mientras me clavaba los dedos en las palmas de las manos.
Pero ahí estaba Farah, moviéndose, bailando, disfrutando, eufórica, junto a alguien más. Ahí estaba ella con ese vestido que le hacía ver tan atractiva, sensual y poderosa.
Por mi salud mental, debería haberme ido de allí, porque cada vez era más torturoso el hecho de no poder tenerla cerca, pero no lo hice, estaba quieto, paralizado.
Tenía la mirada clavada en ella, las piernas estiradas, las manos hechas puños y mi mente recordándome lo mucho que odiaba que Farah fuese así de atractiva.
Cada canción era más incitante que la anterior.
Y cada movimiento de ella era más atrevido que el anterior.
Antes de la primera copa, se limitaba a mover un poco la cabeza y los pies, y cantar las canciones, pero después de casi cinco copas, se rozaba el cuerpo con las manos, se pegaba a la gente ─ seducida por sus movimientos ─, bailaba sin pudor alguno y sonreía tanto que al día siguiente le dolerían las mejillas.
Iba de persona en persona.
Había dejado al patético chico a un lado para después irse con otro, un poco más pequeño, pero mayor igualmente para ella, en el mismo estado que el chico de antes. Todos estaban igual. Incluido yo. ¿Cómo no estarlo después de verla así?
Prefiero mantener mi dignidad, pero si no lo quisiera, me hubiera levantado y me hubiera puesto de rodillas ante ella, frente a todo el jodido mundo.
Tragué saliva y me senté un poco mejor en el asiento. Hice un esfuerzo por no dejarme llevar por lo bien que se sentía la fricción. Cerré los ojos con fuerza.
Los abrí.
Y fue entonces cuando lo vi.
Farah estaba en la jodida barra.
Bailando.
Mirándome.
Me pasé una mano por el pelo. «He firmado mi puta sentencia de muerte al venir a la fiesta» pensé.
Le dirigí una mirada dura, pero ella solo me devolvió una risita malvada para después bailar frente a todos y dejarles asombrados.
Y excitados.
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El deseo de amar para siempre [TERMINADA ✔️]
Roman d'amour¡ESTE LIBRO ESTÁ EN PROCESO DE CORRECCIÓN! Farah; una chica, en el primer año de Universidad, se va de intercambio a Ámsterdam. Su ilusión y orgullo por cumplir sus sueños y nostalgia por su obsesión quinceañera con ese lugar la llenan plenamente de...