Temporada 1: Frío

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Aún seguía lloviendo. Fue una semana con un clima horrible. Aunque a Simón y Guada les agradaba ese clima. Y he aquí otra noche más. Las nubes, esta vez negras, ocultando las estrellas. La lluvia golpeando el ventanal y los autos continuaban haciendo ruido en la autopista. Esta vez en pavimento mojado.

-Últimamente está haciendo más frío, ¿no?- preguntó Guada, abrazándose así misma.

-Un poco- respondió Simón. Luego se fijó la hora, 23:33. No era tan tarde- ¿Por qué?¿Tenés frío?

-Si. Debería ir a buscar mi frazada.

-¿Esa de peluchito?

-Esa misma.

-¿Compartís?

-No.

Simón miró la cama apenado- Pará, ¿vos no eras team frío?

-Si.

-Entonces, no tendrías porque quejarte.

-Ay, Dios. No, otra vez no.

-¿Qué?

-Esa discusión de frío contra calor.

-¿Qué tiene? Ese tema refleja los gustos de cada persona.

-¡Ya sé! Pero lo llevan a tal extremo que no deja de ser molesto. "Si les gusta el frío, entonces vayan al trabajo con remera corta y sin abrigo". ¡NO! A mí me gusta el frío porque puedo contrarrestarlo con un par de abrigos. El calor no se puede contrarrestar con nada. Solo con un aire acondicionado.

-O una pileta- agregó Simón medio sonriendo por la histeria de su amiga.

-Odio ese tema.

-Si, lo sé- Guada mira para otro lado y se sigue abrazando. Simón se percató de que no se levantó a buscar su preciada frazada-. ¿No vas a buscar el peluchito?

-Si, pero hace mucho frío.

-¿Para tanto?- Simón preguntó casi indignado. Guada no le quedó otra que asistir con la cabeza, ruborizada. Luego, él suspira y dice- Muy bien- pasa su brazo por los hombros de Guada y la lleva a su pecho. Ya acostados, pasa su otro brazo por la espalda de Guada, abrazándola.

-¿Que haces?- preguntó lentamente.

-Te abrazo. Para que no tengas más frío.

-Yo no te pedí que me abrazarás.

Simón la miró y deshizo el abrazo- Bueno, cágate de frío. Buenas noches- se dio media vuelta,  pero Guada le agarra del brazo. Simón se volvió con el ceño fruncido.

-Pero tampoco te dije que dejarás de hacerlo- dijo avergonzada.

Simón resopló y la volvió a acurrucar en su pecho- Sos una persona incomprensible, incluso consigo misma.

-¡Cállate!

-Bipolar.

-¡Silencio!

Simón le acariciaba la espalda y los brazos mientras ella trataba de dormir. Sentía su piel erizada y helada. Aunque también sentía el respiro cálido en su pecho y el perfume del cabello. Olor a coco. Agradable. Las manos sosteniendo su remera blanca. Ya sentía sueño por el hipnótico sonido de la lluvia. Dio un vistazo al rostro de Guada, y como un padre a su hija, le da un beso en la frente.

-Buenas noches.

Terminó por cerrar los ojos y dormir hasta el día siguiente.

Charlas nocturnasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora