El comienzo invernal se fue quedando atrás con el paso de los meses, y el calor era horrible en sus inicios. El aire acondicionado se averió. Su única solución fue abrir la ventana un poco. Pero el aire estaba muy caliente y húmedo. Así tuvieron que dormir con poca ropa. Es en estos momentos desesperados donde Simón duerme sin remera. Y justo ahora hacía eso, se tiraba la remera para fuera, y Guada observó cada pequeño movimiento. Su figura era normal. Era unos pocos centímetros más alto, pero sus brazos eran un poco anchos, al igual que los hombros. Sus abdominales poco marcados, con su pancita, y pectorales formados. Guada se sorprendió por la ausencia de pelo en pecho, abdomen y axilas. Al pesar era muy higiénico para ser hombre, según su pensamiento.
Cuando Simón se dio cuenta de que su amiga la estaba mirando por mucho rato, se ruborizó un poco y preguntó- ¿Qué?
-Nada- tardó en responder-. Te miro.
-Eso lo veo, pero ¿por qué?
-Tu físico. ¿Siempre fue así? O sea, quiero decir...
-Si, te entiendo- interrumpió él-. De chico era medio gordito, pero cuando pegué el estirón, era flaco como una ramita. Después con el tiempo, comencé con gimnasia. Luego en casa, calistenia, y ahora gimnasio, pesas, esas cosas.
-Y aún así, comes como un cerdo.
-Y bueno, ¿qué puedo decir? Sencillamente no engordó.
-Como odio que diga eso la gente.
-¿Qué cosa?¿Que comen mucho y no suben ni un kilito?
-¡Eso! Que rabia- apretó las manos y golpeó el colchón repetidas veces-. Yo voy a spinning, corro, voy al gimnasio. Y aún así, nada. Sigo con rollitos- hizo un gesto a su panza descubierta, casi no tenía rollos, exagerada.
-Pero no estás tan mal- le hecho un vistazo, sentada cruzada de piernas, vestida con un top blanco y calzón negro. La intimidad era cosa de niños para ellos.
-Mira quien lo dice- dijo con celos.
-Tampoco estoy tan bien- mientras se iba acostando boca abajo, miró a Guada que le lanzó una mirada de "¿en serio?"- Bueno, puede que este en buena forma física, pero yo lo hago como algo rutinario ya. Yo hago ejercicio, como mi porquería, y sigo adelante.
-Yo hago ejercicio, como ensalada, me peso todos los días, y con tristeza sigo adelante.
-La ensalada de acompañamiento. Y, ¿pesarse todos los días? Eso es de masoquistas.
-Pues es la vida de toda mujer.
Simón abrió la boca, pero al pensarlo mejor se lo reservó para sus adentros. En cambio, suspiró y terminó la conversación- Guada, estás bien como estás. No estás gorda. Y estás bien como estás. Y por si no quedo claro, estás bien como estás. Ahora, voy a tratar de dormir mientras el calor me empapa en sudor- acomodó su cabeza en la almohada, poniendo sus brazos bajo la almohada.
Para Guada no era una posición cómoda. No era que no podía hacerlo, sino que sus tetas se lo impedían. Aunque Simón se fue a dormir, ella siguió mirándolo. Su espalda al descubierto, algunas perlas de sudor se formaron, cerca de sus estrías de crecimiento, y él pasaba la mano para sacarla. Luego, ella pasó la yema de los dedos y rozó levemente su espalda, podía notar una diferencia pasando los dedos por las estrías y luego a su piel normal, como un relieve.
-¿Qué estás haciendo?- dijo Simón con voz ronca.
-Hace mucho que no veía tu espalda. Desde la vez que te metiste en la pileta de mi casa hace años.
-Pasó mucho ya. Increíble.
-No era así tu espalda.
-¿Cómo?¿Bien formada?
-Sip- seguía acariciando, pasando su dedo por toda la espalda-. Es extrañamente suave.
-Me alegro que te guste.
Acarició un poco y después agregó las uñas y rascó despacio. Simón soltó un sonido de satisfacción. Y Guada siguió. Se la debía de hace mucho. Hasta que se quedó dormida con su mano en la espalda de su amigo.
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Charlas nocturnas
RomanceDos personas. Guada y Simón. Cada noche se acuestan en su cama. Pero ningún de los dos puede vencer al sueño. Y para poder dormir, charlan sobre temas polémicos, interesantes, poco relevantes, y con puntos de vistas totalmente diferentes. Como cual...