Después de salir del cuarto de baño, y de arreglar a mi esposo de cabello rojo, bajamos al comedor, él primero que yo, yo me quede ordenando todo lo que pude muy rápido, al bajar todo estaba listo, justo como lo deje, -por suerte.- aunque mi esposo de cabello amarillo se veía algo impaciente y desesperado.
-Sirve ya el desayuno, estoy cansado de esperarte, tengo mucha hambre.- no dude más, y serví la comida en cada plato, solo que yo no sabía quien de los dos no comía pan, y el otro huevo, así que le pedí ayuda con los ojos a mi esposo de cabello rojo, no quería, pero era mi primer desayuno y no quería arruinarlo.
-Yo no como huevo de esa forma, mi paladar no lo tolera.- dijo en voz alta, y le di la gracias tantas veces como pude en mi mente, así que solo puse los platos ya servidos enfrente de ellos, serví dos vasos grandes de jugos, y dos tazas pequeñas de café. Me retire lentamente y en silencio de la mesa cuando todo ya estaba servido y en su lugar.
El desayuno fue tranquilo... bueno, para ellos, porque mientras ellos disfrutaban en silencio y en calma, de un rico desayuno, yo me estaba retorciendo del dolor, pero trataba de no pensar en ello, "Si no piensas en ello, no duele." me dijo madre hace mucho, así que mantuve mi cabeza ocupada en otra cosa que no fuera eso que paso esa noche.
-Quiero más jugo,- escuche de la mesa, así que fui rápido, pero con los pasos calculados a la cocina a buscar más jugo, siempre hay que hacer más de todo lo que hagas, los hombres comen mucho, eso lo aprendi en casa con madre, ella simpre cocinaba mucho para padre, y mis hermanos, serví más jugo a los dos, y también más comida, toda la que quedaba, así que lleve los trastes vacíos a la cocina para limpiarlos después, porque tenía que seguir atendiendolos. Estaba cansada, si, me dolían las piernas y el estomago también por el hambre, y la cabeza me ardía, y entre las piernas me punzada. Quería bañarme, sentirme limpia por lo menos.
Me asuste cuando se levantaron de la mesa, por el ruido que causaron, supongo que ya se iban, -después de desayunar padre y mis hermanos también se iban, siempre lo hacían- mi esposo de cabello amarillo se acerco a mi, mientras que el de cabello rojo se arreglaba el traje que tenia puesto, parado al lado de la puerta.
-Oye bien María.- hablo, su voz era fuerte, pesada, de esas que te hacian querer correr lejos y ponerte a salvo, lo único era que yo no podía, no podía, era mi deber como esposa. Apreto mi cara con una de sus mano y subió mi rostro hasta que mis ojos chocaron con los de él, sus ojos eran raros.-Espero y sigas las reglas al pie de la letra, no quiero castigarte, porque no voy a ser compasivo, ni permiso contigo, me gusta que todo se cumpla como es, ¿entendiste?- asentí aun con sus ojos en los míos, estaba nerviosa, ¿por qué no me soltaba ya?, cuando pensé que iba a soltarme, choco sus labios con los míos, fue un choque tan brusco que sentí el sabor a sangre en mi boca. Se volteo y antes de abrir la puerta yo corrí y me puse en la esquina de la habitación, y puse la mirada en la pared, y cuando la puerta volvió a sonar, pude respirar, por primera vez pude respirar, recoji todo lo que había en la mesa y lo llevé a la cocina, después de tener todo listo, antes de comenzar a lavarlos la puerta se escucho, me asuste, que rápido... salí a ver que era, y mi esposo de color rojo tenia algo en una de sus manos, era como una canasta, esas de comida.
-Esos son para la comida, venimos temprano hoy, esta semana no trabajamos hasta tarde.- dijo mientras se acercaba a mi y ponía sus labios en mi frente. Se dio media vuelta y puso la canasta en la mesa y antes de que abriera la puerta, ya estaba metida en la cocina, comencé a limpiar hasta que acabe, y deje todo en su lugar, no sabía cuanto tiempo había pasado, pero la casa se podía ver con total claridad, ya después, cuando acabe mis quehaceres podia darme el lujo de pasear por la casa y conocerla, cuando acabe ahí si pude salir a ver que había traído, era pollo, arroz, carne de res, y muchas verduras diferentes, y vegetales y frutas. Tantas cosas, así que solo me toco volver a sacar los calderos y ponerme a cocinar, no se a que hora vienen y no quería tener problemas, ya no más.
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El pecado de ser mujer.
Fiksi Sejarah-Madre, ¿por qué ellos si pueden salir y yo no?, ¿por qué nosotras no?- susurré mientras escuchaba el sonido que siempre sonaba cuando "ellos" salían, salían por esa... ¿esa? ¿Por dónde ellos salían?, y... ¿a dónde iban?, ¿qué era eso?, era un miste...