Ella, ya con pasos lentos, sentada en su "silleta", se disponía a ordeñar sus vacas, como todas las mañanas, muy temprano. Él, desde cerca, controlando que todo esté bien. Yo, con mi "pocillo" en mano, esperando la orden para ingresar al corral y llenarlo con leche espumosa, tibia, recien ordeñada.
Jornadas inolvidables junto a ellos que hoy recuerdo con tanta nostalgia. Fueron episodios de mi niñez, cuando visitaba a mis abuelos, en la "campaña". Pucha que es imposible evitar que algunas lágrimas se escapen de mis ojos. Como los extraño, abuelo Venancio y abuela Julia.
"Rica pa es tu leche, che memby?". Si, abuela, riquísima es. "Ese ko tiene mucho alimento hína, tomá que todo. Después tenés que prepararte ya para abrir el portón a las ovejas".
Así iniciaba otro día más, con los "tero tero" sobrevolando sus nidos, y el aroma del verde campo que me hacía feliz, y mis abuelos, que ya descansan en el infinito.
Ricardo Cantero.