Rina junto a Kakucho y Takeomi, estaban viendo un programa absurdo en la televisión, el resto tenían que ir a una misión o algo así.
Se asustaron cuando escucharon la puerta ser cerrada bruscamente ¡, cuando fueron a mirar, Ran entró corriendo al baño y salir de este con el botiquín. Su rostro mostraba pánico y su ropa estaba manchada de sangre.
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Cuando los tres que estaban en la casa se acercaron, se quedaron inmóviles: Sanzu estaba herido de gravedad.
Tardaron unos segundos en reaccionar. No eran expertos, pero estaban acostumbrados a salir heridos, aunque no con tanta gravedad. Con mucha paciencia, Ran y Rindou curaban la herida, Rina hacia de enfermera, Mikey maldecía, Takeomi desconectó del mundo; su mente no permitía que volviera a perder a otro de sus hermanos, solo le quedaba él, y Kakucho informaba el estado de Sanzu con ayuda de Koko.
Fueron 2 horas horribles, pero por suerte consiguieron salvar su vida. Ran, Rindou y Rina estaban en la habitación del herido, rezando que no ocurriera nada mientras este descansaba. Era extraño explicar, pero los cuatro tenían una unió, algo que dificultaba controlar su enojo en ese justo momento.
—Voy a matar a ese hijo de puta—habló Rindou decidido mientras se levantaba. —No hables mal frente a Rina-chan, Rin —Voy contigo—también decidida se levantó Rina. —¿Rina?—se giró hacia ella. —¿Rina-chan?—preguntó el mayor mirándole también. —¡Casi matan a Sanzu!—gritó señalando al chico ya al borde de las lágrimas. —Shh...ya está, tranquila—como si fuera un autoreflejo, Ran abrazó a la chica mientras susurraba y acariciaba la cabeza para tanquilizarla. Sus ojos se cruzaron con los de su hermano y a la vez asintieron—Está bien, vayamos. Pero tenemos que planearlo bien
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Media hora después de discutir el plan, fueron hacia las motos en silencio. Era sencillo el plan: Entraban, lo mataban y se iban, rápido.
Llegaron al lugar donde dicho hombre estaba, no tardaron mucho en entrar y mucho menos en encontrar donde dormía. "Hijo de puta", pensaron los tres.
Ran tapó la boca del individuo con su mano y con la otra apoya la pistola, lista para ser disparada.
—No hagas ruido, tienes que escuchar a nuestra bella dama
Y ahí estaba la pelirroja, al lado del hombre que hirió al de pelo rosa, casi llorando y apuntándole con otra pistola.
—Hijo de puta, ojalá mueras agonizando en tus siguientes vidas
Y como si entrara en trance, vació todo el cargador de la pistola en el hombre. Rindou agarró de la cintura a la chica para huir del lugar. Todo salió perfecto.
—Perdón, no sé qué me pasó... —Solo estabas enfadada, es normal—con una leve sonrisa, Rindou le dio un pequeño beso en la frente a la más baja para reconfortarla. —Está bien...
Volvieron a la mansión y subieron a la habitación del herido que seguía durmiendo. Exhaustos se quedaron dormidos alrededor del chico.
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