La venganza como justicia [COMPLETO]©

꧁𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 №１７꧂

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Emilia Styles.

—¿Quien iba a creerlo? —pregunta al aire Jessica observando a su alrededor con orgullo—. Pensé que solo seríamos Maik, tú y yo. Es todo un éxito considerando lo que esperaba.

«Dramática.»

—¿Amiga? —vuelvo a escuchar la voz de Jessica a mi lado así que le dirijo la mirada cansada—. ¿Que pasa?, Te alejaste de Ryan y vinisteis a este rincón —señala—. Eres la cumplea....

—¿Porqué la invitaste? —La calló con mi voz severa.

Jessica une sus cejas desconcertada.

Cruzó mis brazos.

—Andrea —suelto entre dientes.

Ella gira su rostro hacía la chica que está sentada al lado de Maik en mis muebles.

«¿Acaso no se da cuenta que incómoda a Maik?»

Jessica vuelca la mirada hacia mí y se mantiene observando.

—No...—vuelve a detenerse para seguir mirándome con cierto temor —.¿Le tienes odio?

—No.

—¿Y por qué hablas así y estás contraída?

—Jessica, la que me odia es ella —suelto mis brazos resoplando.

Jessica vuelve a espiarla.

—Eh —emite —. Ella no parece odiarte.

—Si lo hace, Jessica —asiento—. Solo actúa, cuando nadie la ve, ella no muestra su verdadera cara.

—Okey —dice no muy convencida—. Pero a mí no me agrada es la madre de Ryan. —Jessica se acerca—. De esa señora si puedo creer que actúa.

El recuerdo de Ana escondiendo su celular con rapidez al llegar a mí edificio se presenta en mí mente.

—No, es una señora decente.

—No lo se... No la conozco —indica—. Solo cuídate de ella.

Otra duda se concentra en mí.

«¿Habrá una razón oculta para que Ana se acercara a mí con tanta confianza?».

Mis pensamientos se callan cuando mi celular suena en una vídeo-llamada entrante.

My mother.
Mí madre.

—¿Acaso no vas a contestar? —hablo Jessica con molestia en su voz.

Mi dedo quiso colgar la llamada pero es demasiado tardé. Jessica ya había visto que la llamada es de mí padres.

Contestó elevando mí celular hasta la altura de mí rostro con una gigantesca sonrisa.

El rostro pálido de mí madre pareció en la pantalla y al lado de ella el de mí padre.

—¡Oh, mí pequeña! —grito mi madre—. ¡Feliz cumpleaños!

—Feliz cumpleaños, Emilia. —La ronca voz de mí padre se hizo escuchar.

—Oh, muchas gracias.

Mí voz se volvió delgada y aguda.

—Pequeña, ¿Qué tal si bajas y miras tú regalo?

Las palabras de mí madre me causaron una confusión que hice vigente.

—Está fuera de tu edificio —indicó mi padre.