꧁𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 №12꧂

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Eva Smith.


Sentía que mis huesos ya no los conformaban con calcio y fósforo. Sí no, ahora formados por una fuerza que crecía cada vez más. Una que contraía mis huesos haciéndolos rígidos y llenos de esa fuerza que podía llevarme a ser las cosas más atroces de las que podía imaginar... Esas que muy pocas veces logré contemplar a los compañeros de mi hermano hacerles a otros hombres, esas que ejecutaban con ferocidad hurtando a estos, las aclamaciones más desgarradoras para sus gargantas.

Esas aclamaciones, sollozos, y súplicas solo las lograba escuchar en las altas horas de las noches que la curiosidad llegaba a mis pies llevándome a esa pequeño cuadrado de concreto sin aberturas, solo la pequeña puerta que abría el paso a esos hombres que solo entraban en contra de su voluntad, empujados o hasta muchas veces cargados sin conciencia alguna, pero siempre llevados por un pequeño grupos de los compañeros de Evan. Ese era el hogar de las torturas más despiadadas que solo lograban escuchar ese proceso de estos, de como su vida dejaba su cuerpo y el resultado solo lo podía visualizar cuando salían los restos de los cadáveres, muy pocas veces en una sola pieza.

Pero esto jamás se lo diría a él agente, nadie tenía que saberlo, no era necesario. Evan muchas veces me obligo a quedarme solo en la mansión y en las zonas que se me permitían. Tenía mi horario, donde cada día de mi vida es regulado, mis entrenamientos, mis clases, mis duchas, meriendas, comidas y mis horas de dormir. Jamás permitiría que Evan estuviera decepcionado de mí, lo obedecí, pero solo lo hacía porqué noté con cambio en mí casa noche que me permitía ir a esa zona prohibida para mí, cada vez toleraba más ese lugar estando al punto que comenzó a entretenerme queriendo ser la primera chica en entrar allí, una que arrastré un ser humano a su muerte.

Comencé a organizar mi mente de nuevo, había tomado una decisión, una que cambió cada centímetro de esa noche.

—Escuche gritos —mí voz se escuchó desesperada y llena de emociones que representaban a un corazón roto—. Estaba durmiendo, los gritos me despertaron.... Tenía miedo. —Mí mirada pérdida encontraba en recuerdo un momento que no existía, uno que había creado, el cual contaba como si fuera el real—. Bajé las escaleras y miré a mí hermano con san-sangre —balbuceó, esa parte es real pero solo esa. Una base de la mentirá—, no podía quedarme, el suplico que me fuera, obligando a uno de sus amigos a cuidarme... Logré escapar con el amigo de mí hermano. —Mis ojos llenos de lágrimas parpadearon dejando caer una de ellas—. Esos hombres lo atraparon cuando el me defendía e hice lo que él me pidió.

Levanté la mirada a los ojos del agente, el padre del chico sentado a mi lado. Podía sentir la mirada de Maik como si fuera una luz que me examina con preocupación. Y mirando a los ojos del agente dije la única palabra que realmente me dolió:

—Correr.

Dicha palabra mí garganta quemó, mis lágrimas ardían por salir, pero las contenía. Eran necesarias en este momento, más no demasiadas, no necesitaba que me creyeran muy sensible sería cuestionable el permitirme observar los cuerpos.

Estaba mintiendo, pero no ganaría nada con decir que acuchille a un hombre, no era necesario. Ese hombre destruyó mí hogar, mí inocencia, mí mana. Mí vida era perfecta, era lo mejor para mí y el solo le bastó una noche para acabar con todo...

Quemó mi vida.

No merecía que contará la verdad, no se la daría, no la obtendría.

—¿Cuáles son los tres asesinatos que observaste? —dijo el agente.

Mis labios permanecieron creados mientras mí mirada se volvió a perder en un rincón sin prestar atención.

—Mí... Hermano —suspire—, un hombre que le disparó y no estoy segura... Si el amigo de mí hermano sobrevivió a los hombres que me defendían.

La venganza como justicia [COMPLETO]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora