Agua Grande. Zona Restringida. (Completa)

Capítulo 23. Saliendo

Después de desayunar, salimos con los primeros rayos de sol. Max, nos había dicho que el lugar estaba bastante lejos así que volaríamos por varias horas. En nuestro recorrido hablamos mucho de Argelia Corp, más que todo especulamos al respecto por no tener información detallada. Les conté del Planeta Extraño, que había leído en el libro. Si la historia que estoy leyendo en ese libro es cierta, entonces Argelia Corp, debe tener muchos siglos existiendo.

Max volaba su nave, y yo me desligué un poco de la conversación para seguir leyendo aquel libro; aunque el motor de la nave no me dejaba concentrarme bien.

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"Sebastián, Richard y Carol tenían las mismas preguntas, ¿qué era un Planeta Bipolar? ¿Qué eran esas semillas? ¿Dónde estaba Victoria? ¿Qué pasó en Leviatán? O mejor aún, ¿Qué estaba pasando en el Universo?

Cuando David cayó en una silla con ánimos de hablar un poco con relación a los acontecimientos, reciben una llamada de un militar, el que dirigía el equipo de exploración enviado a la zona sur. Se oían disparos, disturbios, chillidos y gritos, hasta explosiones.

—¡Capitán estamos siendo atacados por criaturas desconocidas! ¡Han destruido todo nuestro equipo! Parecen ser... Especies de aves metálicas, perdimos...— no terminó la oración cuando la cámara se apagó. David se activa rápidamente y le dice a Louis el segundo al mando:

—Reúneme un equipo ya Louis, salgamos a ver a que nos enfrentamos —Este salió a buscar armas. Cuando David subió en el carro de exploración descubrió (el último carro rescatado por cierto) vio a Mary-Kate, Sebastián, Richard, Carol, Margarita, Sergio y Patry, estos tres últimos militares. David dice:

—Esto es muy arriesgado, no sabemos a que nos enfrentamos.

—Si es tan arriesgado como dices, tanto que puedas morir, entonces... Juntos hasta la muerte— habló Mary-Kate, a David no le quedó de otra sino que subió en el auto y partieron. Louis tomó el cargo en las tiendas de campañas. El auto partió del lugar a las diez de la mañana, su rumbo era el sur, su misión rescatar a el equipo de exploración número 1.

El camino era rocoso, en el borde de la carretera de tierra seca y polvorienta se apreciaban algunas plantas pequeñas. Sebastián pudo ver como las tiendas de campañas desaparecían al ellos bajar por un acantilado; realmente no había nada interesante que ver, mientras bajaban y llegan nuevamente a un sitio plano para seguir su recorrido. Comenzó a sentirse calor. Una hora después David junto a Sergio divisaron al frente los dos autos de los exploradores, esto creó conmoción en todos, Sebastián apretó su arma contra su pecho y pensaba que por lo menos uno de los exploradores estuviera con vida, ya era suficiente con la caída del transbordador y todas esas muertes. Su vista que estaba fija en los autos destruidos se concentró en algo mas extraordinario, algo que jamás pensarían encontrar allí. Después de los autos destruidos, como a cincuenta kilómetros al sur, se podía ver una enorme muralla que rodeaba una gran ciudad, algunas edificaciones en el centro sobresalían, el muro era como de concreto pero daba la apariencia de metal, el auto se detuvo al lado de los otros que estaban totalmente destruidos, David aclaró antes bajar:

—No sabemos que rayos pasó aquí, por lo tanto estén juntos, si ven algo que tenga pinta de extraterrestre y nos ataca, ataquen primero.

—El protocolo debe ser el mismo que si estuviéramos en Leviatán, ver sin alterar su equilibrio— protestó Mary-Kate

—Bien, entonces deja que ellos alteren nuestro equilibrio corazoncito —concluyó David.

Todos bajan del auto y Mary-Kate continua su protesta, típico en una científica entregada.

—Además, es casi improbable que existan extraterrestres, Leviatán es un planeta habitable y, solo hay plantas y serpientes...

El dedo en la boca de Sebastián le indicaba que callara, pues en un costado de uno de los auto estaba el metal rasgado como si un niño hubiera cortado en tiras un papel crepé con un cuchillo.