El sol de Liyue era sin duda un dolor para su piel, aunque de cierta forma también la alegraba al compararlo con Inazuma. Las calles, igualmente calurosas, no daban tregua a la higiene, pues era imposible estarse afuera sin empezar a sudar mares.
Fueron esos pensamientos lo que la llevaron con la Abuela Shan, para ver si ella podría vender algún abanico. Sin embargo, igual que antes de irse de viaje por otras naciones, la anciana solo vendía una mandolina floral y algunos fuegos artificiales. Aun así, no salió del todo decepcionada, pues un olor realmente curioso empezó a dominar sus sentidos.
Ese mismo olor fue lo que encaminó sus pasos hacia Aroma Primaveral, cierta tienda que, aunque recordaba bastante bien, no había ocupado su mente, hasta ese momento. Sin embargo, cierta dependienta y su aroma anduvo en sus pensamientos más de una noche solitaria.
Apenas y la vio, Ying'er le sonrió i, con un suspiro, dijo:
- Eres tú... - Se quedó muda al oír su voz, pues todavía recordaba todas las palabras con más de un significado que le dijo anteriormente. - ¿Acaso viniste específicamente a verme a mí?
Ante tal afirmación (aunque en verdad fuera una pregunta), respondió un más alto de lo que hubiera querido "no". Al contrario de lo esperado, realmente pareció que Ying'er se hubiera decepcionado, pero rápidamente recobró su humor habitual.
- Pero estoy trabajando - empezó a decir, casi desviando la mirada, pero con un tono juguetón y firme -, de lo contrario, podríamos escabullirnos y...
Silencio. Eso hubo por un breve momento: silencio. Luego, risa incómoda.
- De mientras, puedes entrar a Aroma Primaveral y echar un vistazo. Mis productos son tan bellos que, a su lado, me veo como una persona ordinaria.
- No lo creo - exclamó Lumine sin siquiera pensarlo, arrepintiéndose ante esos ojos curiosos -. Quiero decir, usted es... es tan bella que ninguna porcelana podría comparársela.
El calor de su propio rostro le impidió seguir notando lo caluroso que era ese verano, ni tampoco el rojo de las mejillas de la dependienta.
Avanzó cuidadosamente hasta dentro de la pequeña tienda y se puso a mirar cierta taza de color dorado. El mismo dorado de su pelo. El mismo dorado que le recuerda tanto a su hermano...
Y fue en ese momento de melancolía momentáneo, que una voz en su oída le pedía con voz gentil que se despertara del sueño en que se había sumergido:
- Tenemos mercancía a buen precio... - Su voz la devolvió a la realidad, a la vez que se asustó un poco. - Si sabes a lo que me refiero.
Al acabar de oír sus palabras, Lumine se giró para verla y, viendo lo cerca que estaban, intentó ir para tras en vano, chocando con cuidado contra el mueble donde están las porcelanas.
- Imagínatelo... - decía Ying'er mientras cogía lentamente su mano, entrelazando sus dedos -, el calor al tocarlo... - El vapor que salía de su boca iba directamente hasta su oreja, haciendo que tiemble ligeramente. - Sus curvas... - Su boca, en vez de estar casi en su oreja, ahora estaba muy cerca de la boca de Lumine, como si se estuvieran conteniendo de darse el beso que tanto tiempo estuvieron esperando. - Se hornean durante doce horas a altas temperaturas - acabó diciendo, mientras se separaba.
- Espera... - contestaba tartamudeando, Lumine -, ¿cómo que... se hornean...?
- Así es - afirmó Ying'er, mientras empezaba a quitar el polvo acumulado en la mesa de perfumes, intentando disimular torpemente su nerviosismo -, aunque usamos una temperatura más baja que en otros lados, la calidad de nuestra porcelana es tan buena como la de cualquier otro lugar. Todas nuestras piezas tienen cuerpos suaves y elegantes, más delgados en la parte superior, pero curvilíneos más abajo. Es lo que pide el mundo últimamente... - paró un momento su limpieza para mirar a Lumine por un momento, pero volviendo a su tarea con una expresión más pícara -. Los nobles se llevan siempre al menos un artículo. Al cobrarles, siempre se sonrojan y tartamudean.
Una risa coqueta fue lo último que dijo la dependienta antes de ver a Lumine saliendo apresuradamente de la tienda, tirando al aire alguna excusa sobre que se le hacía tarde.
Ya afuera, mirando el cielo, se podía apreciar que realmente todavía era temprano. Quizás la viajera vuelva para comprar esa porcelana que tantos recuerdos de viajes antiguos le traía, o quizás vuelva para comprar el mismo perfume que Ying'er usaba, aun sabiendo que con la humedad que hay en una zona tan cercana al mar, ese aroma era imposible que sea algo más aparte de olor corporal.
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Entre porcelanas y perfumes
FanfictionDespués de mucho tiempo, vuelve, y Lumine reconoce el olor de cierta conocida, aunque no la reconoce hasta verla. Serán sus pasos por el camino de piedras de las calles de Liyue que la llevarán a un futuro incierto.