Capítulo 18

10 5 0
                                    

Futuro

Irene tenía el «don» de la pintura precognitiva aunque, claro, ella sería la primera en decir que más que un don era una maldición. Era capaz de pintar escenas del futuro, de acontecimientos que todavía no habían sucedido, y eso era todo. No había contexto ni acciones precedentes: sólo escenas aisladas.

Ya casi no pintaba nada porque había estado demasiado débil durante los últimos meses. La desgastaba demasiado. Sin embargo, si llegaba a tener una visión muy intensa, no podía dejar de hacerlo: la precognición le provocaba terribles migrañas de las que sólo se podía librar al pintar sus visiones y de esta manera canalizarlos.

Por otra parte, Irene trataba de mantener ocultas sus pinturas lo máximo posible, a no ser que considerara que tenían cierta importancia y que todo el mundo debía verlas. En este caso era lo que había ocurrido.

La pintura estaba en un caballete al fondo del Salón Bélico. La reina pidió que no entrara demasiada gente, para que sólo la vieran quienes debían: con todo, como dijo Seungmin, el rumor sobre la pintura corrió por todo el palacio como si fuera un incendio.

Namjoon estaba junto a la puerta para evitar que cualquiera se colara a curiosear. Cuando  Seungmin y yo entramos, la marksinna Laris, el markis Han, Jinyoung,  Minho y Jennie ya estaban reunidos alrededor del cuadro. Había otras personas sentadas a la mesa pero estaban demasiado aturdidas para decir nada.

Aparté a Laris a un lado para poder ver bien la pintura, y Minho retrocedió al mismo tiempo. Era mucho más aterradora de lo que Seungmin me había contado.

Irene pintaba tan bien que aquello parecía una fotografía. Todo estaba plasmado con exquisito detalle: aparecían el vestíbulo principal y la escalinata circular destruida por la mitad. El candelabro que se cernía sobre el vestíbulo estaba hecho añicos en el suelo; en la parte superior de la escalinata ardía un pequeño incendio, y los ornamentos de oro estaban desprendidos de las paredes.

Había cuerpos por todas partes: a algunos no los reconocí, pero otros eran perfectamente identificables.  Seungmin colgaba de la escalinata destruida, con la cabeza torcida en un ángulo tal que no podía seguir vivo. Jeongin estaba aplastado debajo del candelabro, totalmente cubierto de cristales. Minho yacía sobre un charco de sangre que manaba de él mismo. Christopher  estaba retorcido entre un montículo de fragmentos de la escalera, y los huesos le rasgaban la piel desde el interior. Hyunjin tenía una espada atravesada en el pecho con la que estaba clavado a la pared como un insecto en una colección entomológica.

Yo estaba muerto a los pies de un hombre. Junto a mi cabeza había una corona rota. Moría después de ser coronado; era el rey.

A pesar de que estaba de espaldas al espectador, en la pintura se reconocían el inconfundible cabello largo y oscuro y el abrigo de terciopelo negro de Siwon, mi padre: era obvio que había ido al palacio de Förening para llevar a cabo aquella carnicería. Incluido el mío, había por lo menos otros veintitantos cuerpos tirados en la escena que había pintado Irene. Todos estábamos muertos.

—¿Cuándo pintaste esto? —le pregunté a mi madre cuando reuní la fuerza suficiente para articular la frase.
Estaba sentada en una silla en un extremo del salón; miraba cómo caía la nieve sobre los pinos a través de la ventana. Tenía las manos dobladas sobre el regazo y su piel parecía ceniza y arrugada.

Agonizaba, y tal vez aquella pintura la había acercado más a la muerte.

—Anoche, mientras estuvisteis fuera —respondió—. No estaba segura de si debía mostrarla porque no quería que cundiera el pánico de forma innecesaria, pero Namjoon pensó que debíais estar al tanto.

3.Renacimiento - Hyunlix/ChanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora