𝐼𝐼- 𝓝𝓪𝓷𝓪-

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*Separador: Gally*

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*Separador: Gally*

—¿Qué te parece esta? — Le pregunté a la cachorra, que se encontraba viéndome con los ojos muy abiertos, mientras le mostraba una blusa rosa de seda. Hace unas semanas no me habría podido costear ni de cerca dicha prenda, pero con el sueldo que me pagaba la Alfa por cuidar a la rizada, hasta me sobraba para malgastar en tonterías. — ¿O el vestido?

Ella agarró el vestido y lo miró con detenimiento, parecía no percatarse de la seriedad de mi pregunta.

—¿Este? — Señaló el vestido que se encontraba en sus manos.

Ladeó su cabeza sin estar segura de la respuesta mientras me miraba con sus grandes ojos verdes, para ver si había dicho la respuesta correcta.

—¿Me preguntas o me dices? — Ella se encogió de hombros— Confiaré en ti, niña. Me llevo el vestido.

Al escucharme decirle aquello, la rizada me sonrió con emoción luego de dar un saltito y me siguió de cerca para pagar el vestido.

Salimos de la boutique con algunas prendas para mí y un par de zapatos que la Alfa me había encargado que le comprara a Evanna.

Ella iba dando saltitos mientras caminábamos hacia la parada del bus. Tenía planeado dejarla dormida en su cuarto e irme por ahí. Ya había regalado mucho de mi valioso tiempo.

—Gally— Volteé abajo para mirar aquellas esferas verdes, pero la rizada no me estaba mirando, sino que veía algo a su derecha— ¿Puedo ir ahí?

Señaló el parque de juegos que había en el centro de la manada, me miró y dio un par de saltos algo desesperada por obtener una respuesta de mi parte. Lucía muy emocionada.

—Pero tienes que ir a...— Sus ojitos dejaron de brillar al oír aquello, así que, por milésima vez, tendría que aceptar que mi día relajante se pospondría para después— Bien, pero solo un rato, niña.

Ella asintió con entusiasmo y fue corriendo hacia un grupo de niños que había en el lugar, platicó con un par de niñas y después de eso todos salieron corriendo junto a Evanna mientras reían.

Sonreí al verla unirse con facilidad al grupo, hace unas semanas había presenciado justo lo contrario en otra manada a la que la alfa me había obligado a ir.

Después de un rato de verla jugar, comencé a aburrirme y considerar el irme a por algo de beber y regresar en un rato a por ella, pero de hacerlo, la Alfa enserio me mataría.

Hija de puta la alfa, me trae pero cortita...

Me senté en una banca que había cerca y seguí observando a la cachorra, sus rizos se movían de un lado para el otro y su sonrisa no dejaba su rostro ni por un segundo. Intenté solo verla a ella, los demás niños y su felicidad me daban nauseas.

—No lo puedo creer, pero miren a quien me encontré aquí...

Volteé hacia la izquierda y encontré a un hombre parado junto a mí.

Infierno Escarlata (C.E 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora