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La capa roja revoloteaba a su espalda, movida por el viento que chocaba con su cuerpo

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La capa roja revoloteaba a su espalda, movida por el viento que chocaba con su cuerpo.

El pequeño Xiao corría a toda velocidad por el inmenso bosque cubierto por grandes pinos y plantas silvestres.

Bajo sus pies, las piedras y ramas secas resonaban con un gran crujido. Alterando la paz del lugar.

El cielo grisáceo, cubierto por las imponentes nubes que amenazaban con dar una inesperada lluvia. Un lindo panorama para el curioso azabache que no les molestaba, en lo más mínimo, distraerse un rato con los charcos de todo que dejaría la lluvia.

Sus pasos fueron bajando de ritmo.

Su manita derecha se extendió hacia el frente, con la palma de esta mirando hacia las nubes. Una pequeña y cristalina gota de agua impacto contra su piel, seguida de otra, y otra.

Una sonrisa se plasmó en su rostro con delicadas fracciones. Su mirada se alzó hacia el cielo, ese que solía ser de un hermoso azul celeste, sin embargo se desvió hacia el sol que brillaba de un hermoso dorado, como los ojos del pequeño niño y que ahora se encontraba escondido bajo un almohadón de nubes grises.

Las gotas húmedas comenzaban a cubrir la suave piel de Xiao. Este comenzó a correr bajo la lluvia, disfrutando de los suaves golpes que le repartían las diminutas gotas. Una extensa sonrisa se plasmaba en su rostro mientras que su larga capa roja se arrastraba detrás de sus pies a causa de lo mojada que se encontraba. Su cabello azabache ya estaba totalmente empapado y se pegaba a su frente. Sus mejillas teñidas por un sutil color carmín, sus grandes ojos estaban más intensos que nunca y sus largas y hermosas pestañas negras resaltaban el color dorado de sus ojos.

Las pequeñas cabañas de madera vieja que conformaban su aldea comenzaban a asomarse en su campo de visión. La lluvia empezaba a cesar y, a pesar del olor a tierra mojada, se podía olfatear el exquisito aroma a pan recién horneado.

Sus pasos se fueron aminorando cuando comenzó a adentrarse en el pequeño pueblo. Todos estaban distraídos en sus quehaceres, con sus cuerpos cubiertos por grandes abrigos y calientes gorros de lana que les protegía del frio invierno que se avecinaba.

Xiao saltó dos pequeños escalones que los separaban de la entrada de su casa; tocó tres veces a la puerta y espero que le abrieran.

― ¡Xiao! ¿Dónde has estado? ¡mírate!, estás todo empapado.―  Le regañó su madre al verlo. El pequeño Xiao se alzó de hombros y sacudió su cabello azabache de un lado a otro, logrando mojar su madre.

― ¡Ya detente! ― gruñó. 

Xiao se detuvo y la miró con la cabeza ladeada.

― ¿Hay comida, mamá? Tengo mucha hambre ― cuestionó con un mohín. La mujer de cabello azulado y ojos del mismo color negó con la cabeza en desaprobación.

― No tienes remedio, Xiao ― suspiró junta a una sonrisa divertida ― vamos, entra. ― El azabache sonrió e ingreso a su hogar. Caminando directo a la cocina, donde se encontró con su tío.

! Xiao y el gran lobo feroz ✦ AexiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora