El sol apenas salía cuando abrió los ojos, los pájaros cantaban como siempre y el pasto seguía igual de verde, no era la primera vez que le pasaba esto, años de adicciones habían causado demasiados problemas en él, camino por las calles; estas seguían confundiéndole a pesar del tiempo, los edificios eran grises y se mantenían estáticos, las bancas no daban ninguna señal de vida y el mar mantenía su color azul, su cama era lo único que se mantenía igual, acabó acostándose en esta, esperaba que mañana no volviera a pasar.Al despertar en un tal mes de abril, lo primero que dijo fue “otra vez” y volvió a guardar silencio, después, procedió a recorrer el lugar con la mirada, era su cama, el piso aún sonreía y las cosas aún se veían igual de borrosas que siempre, sus piernas no encontraban equilibrio, las risas no dejaban de salir solas y el fantasma con el que dormía muy apenas lo saludo, al salir por la puerta no pudo evitar observar a su vecina lottie, no podía no odiar a esa mujer, siempre llenaba de baba a todos, gritaba todo el tiempo, siempre se encontraba de mal humor y ni hablar de sus horribles manchas que no dejaban de sudar, tan solo verla le arruinaba el día y esto empeoraba gracias a la resequedad en su boca y los terribles pensamientos que rondaban su cabeza, aún no era ni medio día y ya empezaba a sentirse ansioso.
Habían pasado varias horas, la luna había salido al menos tres veces en lo que estuvo en la playa, el mar le parecía hermoso sus tonos grises realmente lo tranquilizaba no había nada mejor que hacer, pronto el sueño se apodero de el así que decidió dormir no sin antes tomar aquellas pastillas azules que solía usar para poder relajarse.
Volvió a despertar, esta vez observo el sol y se pregunto si eso era un sueño, tal vez el opio le había hecho mal, el sol no debía de haber salido en años, volvió a dirigirse a la playa, el color azul de esta y la gente en traje de baño lograban confundirlo, su vida últimamente se basaba en el otro mundo y el real, después de tanto tiempo conviviendo con ambos dejo de saber cual era el verdadero, sospechaba que las drogas habían terminado por enloquecerlo pero en realidad no recordaba haber estado cuerdo alguna vez, debía de parar de consumir drogas pero su dependencia se había vuelto más fuerte que él.
Ese día vio de reojo al mar y luego se arrojó a este dejándose llevar por esa sensación que en la vida real o tal vez en su mente solo se daba cada 20 años, el mar lo absorbió, lo último que vio fueron los pájaros y sus últimas palabras fueron “que aterradoras cosas”.
Nació y murió sobre el lomo de una libélula, la sobredosis fue lo que le llevo a la muerte.
ESTÁS LEYENDO
Agonía de la libélula azul.
Short StoryA veces la realidad se me escapa de las manos y yo me encuentro en ella, algunos días no distingo entre el daltonismo, a veces solo decido nacer de la libélula y provocarme a mi mismo la verdad.