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Aquello que alguna vez nos hizo sentir tristes o destruidos tuvo un cambio de 180° en el cual no cabe duda que fue el cambio más esperado, donde nos sentíamos bien, donde ya no había dolor y todo aquél daño y ruptura se había vuelto una pequeña vendita sobre la piel, lista para cumplir su función de sanar.
Aunque, lo más lógico sería alejarnos de todo aquél que nos provoca daño alguno, que no comprende el dolor que nos causa y peor si está consciente de ello, Heeseung entendía el daño que le habían provocado a lo largo de su corta vida ¿Pero realmente se lo merecía? Para nada, el pequeño Heeseung solo quería convertirse en astronauta y explorar las estrellas, nunca se esperó un oscuro momento que marcaría completamente su vida pero que un simple giro de 180° le pusiera sus pies sobre la tierra.

Es por ello, que se sentía raro al estar con Jake, la ausencia de su madre aún lo mantenía en melancolía y el ajeno podía notarlo por las miradas, los gestos y la falta de apetito. No iba a decir que se sentía al cien seguro con el rubio, pero no tenía otro lugar más confiable, su padre se había dado la fuga, su madre ya no estaba y no tenía a nadie más, amigos o familiares, era él contra su propio mundo. Deseaba que fuera todo un simple sueño o una fuerte pesadilla, donde luego de despertarse con 9 años y llorando venga su madre a socorrerlo, le limpiara las lágrimas y que le dijera que todo fue una mala pesadilla, su madre era aquella pequeña vendita en su vida, esa mujer sanaba todo tipo de heridas aunque ella tenga mucho más por sanar.

Heeseung observaba todo desde el sofá, había pasado una semana y unos días desde que estaba en la casa de Jake y sin saber algo de su padre o del ajeno, por alguna extraña razón estaba preocupado por lo que le haya pasado, entendía todas las cosas que le hizo en su pasado pero después de todo es su padre, el hombre que hizo de su parte para traerlo a este mundo ¿No?
Su mirada lucía perdida, miraba a un punto fijo sin brillo alguno mientras limpiaba los mocos que bajaban de su nariz por haber llorado momentos atrás, extrañaba su hogar y a su madre, deseaba tanto volver y verla de nuevo pero sabía que no iba a pasar, si pisaba la entrada de esa casa lo único que sentiría sería un vacío enorme y una fría brisa como las de las mañanas.

Con una servilleta de papel limpiaba su nariz, una y otra, y otra vez, Jake se había encargado todo este tiempo de la limpieza y sus propios estudios, a Heeseung al parecer no le importaba perder un año o quizás dos si seguía de aquél modo pero de todas formas trataba de entenderlo, pues él también perdió a su madre en algún momento.

Le dolía de cierta forma ver al chico de aquella forma así que mientras barría la sala donde ambos se encontraban se acercó al cuerpo del chico, quien estaba sentado sobre el sillón y miró su rostro pálido y algo delgado.

— Cuatro ojos, ¿te cuento algo?

— ¿Cuándo dejarás de llamarme así? Ya casi no uso los lentes –mencionó Heeseung, acomodándose sus lentes como por décima vez ya que siempre se le caían–

— Sunghoon vino esta mañana, creo que quería pedir disculpas pero se le veía muy forzado, ¿crees que deba perdonarle? –preguntó con una sonrisa burlona mientras se sentaba al lado del pelinegro–

— ¿Y a mi por qué me debe importar lo que hagas con Sunghoon? No es mi problema o algo así. –susurró y sorbió su nariz–

— Agh, ¿estás de mal humor, cuatro ojos? deberías de hacer lo que amas, limpiar.

Le ofreció su palo de escoba, Heeseung analizó el largo del objeto y luego miró el rostro de Jake, quien solo sonreía como imbecil.

— No lo voy a tocar porque ya lo tocaste tú.

Sin más, se puso de pie y salió de la sala de estar, dejando boquiabierto a Jake quien claramente se esperaba una respuesta como esa pero no un rechazo de parte del chico.

Había ciertos momentos en los cuales sucedía más cuando Heeseung se encontraba solo, se entristecía de sobre manera a tal punto de llorar sin ninguna razón. Observó por sobre su hombro a Jake mientras se alejaba de aquella habitación de la casa, con una mirada apagada pero que deseaba ser buscada e iluminada, más eso no volvería a ocurrir. Soltó un suspiro cansado, se aproximó hacia uno de los escalones que conducía al primer piso y se sentó en este, escondiendo su rostro cansado en sus rodillas. Sus brazos rodeaban su delgado cuerpo debilucho, el cual siempre se mantenía frío, estaba muy cansado de todo a su alrededor y por momento decide descansar su vista, cerrando sus ojos por unos minutos.

Unas breves imágenes pasaban como flashes por su campo de memoria, todo dirigía al día en el que intentó quitarse la vida, antes de desvanecerse sentía como en verdad se moría, ¿y si en verdad había muerto pero solo por minutos? Había perdido mucha sangre aquella vez, si algún profesional le dijera que era posible le creería sin pensarlo. Pero, sabía que Jay se había desmayado por la sangre en el suelo, entonces ¿Quién los llevó al hospital? Esa parte no entendía y tampoco sabía quien era, pues para ese momento ya se encontraba inconsciente.

Levantó su cabeza, la cual rara vez sentía muy pesada y estaba sucediendo de nuevo, abrió sus ojos con dificultad y se fijó en un punto fijo de la casa. Su mirada se enfocó en una guitarra recostada entre los dos estantes de zapatillas, no sabía que Jake tocara la guitarra.

Se levantó con dificultad y caminó hacia el instrumento musical, sacó sus guantes de sus bolsillos y se los colocó para poder agarrar aquél objeto. Sonrió asombrado, desde pequeño que deseaba tener una guitarra pero su padre decía que era un desperdicio de talento. Sus dedos pasaron por las cuerdas con delicadeza haciendo sonar una pequeña melodía, no era experto pero siempre se quedaba viendo a los chicos de la academia de música cada vez que pasaba por ahí.

—¿Qué haces?

La voz de Jake detrás suyo lo hizo sobresaltarse, se dio vuelta y escondió el instrumento detrás de su cuerpo, como si su delgado cuerpo tapara algo.

—Solo la vi y... Quise tocarla. —espetó con nerviosismo, esperando ser regañado por tomar algo que no es suyo.

Jake relajó su mirada y soltó un pequeño suspiro, tomó el mango de la guitarra y pasó el pequeño cinturón por su cuello hasta acabar sujetado en su hombro. Ajustó sus dedos a las cuerdas y con la punta de estos comenzó a sonar una hermosa melodía, tan delicada que Heeseung no podía creer lo que escuchaba.
Ahora ya no había silencio o tristeza, solo era Jake con su guitarra comenzando una canción que desconocía totalmente pero su voz le hacía el favor de encantarle lo que oía.

Sonrió, luego de tantos días sin hacerlo, la sonrisa de Heeseung era el mejor premio del espectáculo para Jake. Su cuerpo se movía al compás de la música, como si este se uniera a las notas.

—No sabía que componías, Jake.

—No lo hago realmente, a veces las ideas me vienen a la mente y cuando estuve esperando que despertaras escribía acordes y letras. —confesó avergonzado quitándose el instrumento y colocandolo en su lugar.

Jake se volteó a ver a Heeseung quien aún lo observaba con una sonrisa deslumbrante. No pudo evitar acercarse al mayor, con las más claras de sus intenciones al pasar su mano por la cintura de este, sintiendo sus huesos por debajo de sus dedos y trató de acercarse más al cuerpo ajeno, con sus ojos desviandose a los labios casi rojizos del chico y tan sólo unos centímetros para ser tocados, deseando poder envolverlos en un beso.

Pero, eso no pudo ser posible, Heeseung apartó su cabeza hacia un costado y pudo escuchar claramente como tragaba saliva, pasando por su garganta a causa del nerviosismo. Jake se separó sin pensarlo, ahora era él quien se encontraba nervioso, sus manos comenzaron a temblar y trató de que no se notara, mientras miraba hacia otro costado.

—Lo siento... No quise pasarme de tu zona de confort.

—Aún no olvido lo que me dijiste en la puerta de mi casa, Jake. —respondió dando unos pasos hacia atrás y emprendiendo su camino hacia las escaleras, las cuales subió hasta desaparecer del campo de vista ajeno.

Jake se sentía fatal, recordaba aquellas palabras dolorosas que le había dicho a Heeseung y lo mal que lo había hecho pasar, aún se lamentaba y lo haría hasta que pierda la memoria. Pasó sus manos por su rostro, estaba consciente de que aunque haga todo lo posible para que Heeseung lo perdonara igual no lograba obtener su confianza y quizás nunca lo haría.

¿O si?

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⏰ Última actualización: Oct 11, 2023 ⏰

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No me toques, Shim  ||  JakeHeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora