Capítulo 1

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Squamata, un pequeño planeta cercano a Salmander, para muchos era un lugar tranquilo y pacífico en el que vivir sin alejarse demasiado de la capital de los reptiles, pero esa noche, todo cambiaría, el cielo rugía y el suelo temblaba, una montaña cercana a un pequeño pueblo se había abierto en dos, dejando salir una criatura capaz de arrasarlo todo, un Dragón Ancestral Menor acababa de nacer y su presencia formó ríos con la sangre de sus víctimas, un niño, una pequeña salamandra de escamas azules estaba acampando con su familia en esa misma montaña cuando el monstruo emergió y aplastó a sus padres ante su mirada, el Dragón Ancestral no se inmutó y buscó carne viva para alimentarse, fijándose en la joven salamandra, quien tenía en sus manos una pata metálica de la barbacoa de su familia.

El sonido de los truenos fue eclipsado por el de las naves de la Flota que llegaban para evacuar a los supervivientes, cuando el Capitán que dirigía la operación, cuya familia vivía en ese pueblo, vio a lo lejos a un joven al que conocía y al que veía como un hermano menor.

La sorpresa fue mayor cuando al acercarse vio a la salamandra portar como un casco el cráneo de la bestia con un agujero perforando la frente, la Marca del Kirin iluminada sobre sus escamas y un palo metálico soltando chispas y goteando sangre en una de sus manos, cuando el dragón acorazado abrazó a su buen amigo, lo único que ambos podían hacer era llorar por todos a los que habían perdido.

Sic despierta de golpe con el pulso y la respiración acelerada. – Otra vez esa pesadilla. – Sic se lleva la mano a la cabeza.

Tras prepararse para un día más en la Red Roar, la salamandra se reunió con su mano derecha, el Comandante Mus. – Buenos días Sic, espero que durmieses bien. –

– Ojalá hubiese sido así, otra vez esa pesadilla. –

– ¿La de la Noche Rugiente? Tiene que ser duro que tus memorias más duras te persigan después de tantos años. –

– Lo es, espero que nunca pases por una situación comparable. Bueno, dejemos ese tema de lado, ¿hay algo importante para hoy? –

– Hoy tenemos que enviar alguna nave a por suministros al Cuartel General. –

– Eso es todo, perfecto, mandaremos al Trueno y así tendré una excusa para visitar a Lux. –

– Me lo imaginaba, por eso ya he mandado preparar al Trueno y he dado las instrucciones estándar a los demás. –

– Jejie, que bien me conoces Mus, pero supongo que es normal a estas alturas, ¿cuánto ha pasado ya? –

– Casi 10 años, dudo mucho que alguien alcance tu récord al mando de la Red Roar en muchas generaciones. –

– Normalmente diría que uno siempre puede ser superado, pero en este caso, creo que tienes razón. –

Horas más tarde, tras regresar a la Red Roar, Sic fue informado de la presencia de piratas espaciales en las inmediaciones, por lo que Sic usó su marca para recorrer el espacio en forma de energía y llegar hasta la nave de un grupo pirata conocido como la Cobra Negra, su capitán era una cobra real conocido como "Emperador Cruel" Apofis y él es el motivo por el que su tripulación sigue existiendo, pues es portador de la Marca de Orochi, la Deidad del deterioro.

– ¡Hey! ¡Lombriz de tierra! ¿Sabes quién soy yo? – Dice Sic con la intención de provocar a Apofis.

– ¡¿Acaba de llamarme lombriz de tierra?! – Dice la cobra real desde el cuadro de mandos de su nave. – Esa maldita sssalamandra, esta vez se va a enterar, aissslad el hangar contra electricidad, veamos como combate sin sus poderesss. –

El hangar principal de la nave pirata se abrió, dejando pasar al Capitán, solo para encontrarse que habían trasladado todas las naves y que en el lugar solo quedaba la cobra de 3 metros de longitud.

– Veo que no tienes muchos trucos esta vez, ¿es que quieres perder deprisa? – Dice Sic.

– Más quisierasss. – Apofis saca sus kanabos imbuidos con la Marca de Orochi. – Esta vez he puesssto todas mis fuerzas en estas armas, no sobrevivirasss si las tocas. –

– Entonces solo tengo que dejarte electrocutado primero. – Sic activa su marca e intenta cargar su bastón sin éxito. – ¿Qué? –

– Te equivocaste con lo de mis trucosss. – La cobra intenta golpear sin éxito a la salamandra, Sic es demasiado rápido.

Sic dobla a base de fuerza bruta su bastón para que tenga forma de bumerán y se lo lanza a la cobra, atravesando sus capuchones clavándose en el techo y soltando sus kanabos por el dolor. – Esto te pasa por confiarte. – Dice la salamandra victoriosa.

– Suéltame, sssuéltame. – Dice Apofis agitando su larga cola.

– Te soltaré cuando lleguemos a una base de la Flota. – Dice Sic marchándose para asaltar el puente de mando y tomar el control de la nave.

La base de la Flota más cercana se encontraba en Salamander, la capital de los reptiles, al llegar con la última tripulación de piratas espaciales que acechaba Astralis, la salamandra fue recibida como un héroe, pues desde hacía ya varios años, Sic es reconocido como el hijo predilecto del planeta.

Sin embargo, no todos estaban contentos con Sic, pues entre las sombras se encontraba una sombra que podría causar auténticos problemas.

Un par de meses más tarde, en Salamander se celebraba la fiesta más importante para sus habitantes, sobre todo para un amplio sector, los dragones, se trataba del día de la Trinidad Dragón, en el que se celebra la paz entre las tras Deidades dragón, el Dragón Dorado, la Hydra y el Dragón de Jade, este día también se celebra la paz de los dragones que habitan Astralis, pues estos en el pasado eran perseguidos en la mayoría de los planetas por motivos ahora desconocidos.

Crónicas de la TromentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora