Tropezones del Destino

Capítulo 2: Plataforma 9 ¾

La familia Tonks había llegado a las diez con cincuenta de la mañana, el tren que llevaría a las hermanas salía a las once en punto. Tuvieron el pequeño percance de que el conductor de la familia se había desmayado por el golpe en la cabeza causado por su hija menor, quien recibió pequeñas y severas reprimendas de parte de su madre y bastantes risas de su hermana mayor, provocando que ella también se integrara a las reprimendas. Durante el resto del viaje las mejillas de Talitha presentaban un tierno color rojizo delatando su vergüenza, Ted al darse cuenta la miró por encima del hombro y dijo en tono afable:

---No te preocupes, Tali. Son pequeñeses ---miró de reojo hacia adelante---. La vida siempre tiene que tener algo de emoción... ¡Uyyy!

Giró el volante tan bruscamente que todos en el interior del auto se sacudieron ante el inesperado movimiento. Nymphadora cayó de lado sobre las piernas de Talitha y la jaula con su lechuza, que chilló del susto, también fue a dar ahí, Talitha se hallaba más arrinconada hacia la puerta de la derecha, Andrómeda, que cargaba la jaula de Tito, solo recibió una sacudida y la jaula fue a posarse hasta las piernas de Ted.

---¡Wah, casi chocamos! ---tragó saliva, sonriendo a ojo cerrado para no preocupar a nadie---. ¿Todas están bien? ¿Allá atrás?

---Bien, bien... ---dijo Talitha con el corazón en la mano por el susto, aun así sonreía con la adrenalina corriendo a mil por todo su cuerpo.

---Un poco torcida, nada grave ---contestó Nymphadora volviendo a su lugar, acomodando la jaula de una molesta lechuza que mordisqueada los barrotes---. Calma, Peck. Solo fue un susto.

---¡Por Merlín! ¡Fíjate en el camino, Ted! ---regañó Andrómeda a su esposo, tomando la jaula del lagarto que seguía acostado en la cama, aunque se había reducido de tamaño hasta medir lo mismo que una almendra---. Nadie te dice que no puedas animar a tu hija, pero mira por dónde conduces.

---Lo siento cariño, tienes razón ---Ted rió avergonzado, asintiendo a la vez con la cabeza.

Al llegar a King's Cross no tardaron en desempacar y menos en desperdiciar el tiempo. Mientras Ted buscaba dónde estacionar el auto Andrómeda consiguió dos carritos para transportar el equipaje de sus hijas, entre las tres los cargaron y la madre de ambas las guío por la estación de trenes, esto a la vez que cada una empujaba su carrito correspondiente e iban en fila: Nymphadora primero y luego Talitha.

---Ya falta poco, Tali ---animó la adolescente con una gran sonrisa---. Un par de plataformas más y listo.

---Si... ---pronunció la chica con la garganta seca, demasiado emocionada e impaciente para llegar.

Andrómeda se detuvo entre la plataforma de un gran número nueve, de plástico, y de la plataforma diez que marcaban el lugar exacto. Talitha ya sabía el truco, con sus padres había acompañado en los años anteriores a Nymphadora para entender que la plataforma 9 ¾ estaba oculta en la columna de la plataforma número nueve.

---Ve tú, Dora, para que tu hermana vea cómo se hace ---dijo Andrómeda---. Rápido, quedan cinco minutos antes de que parta el tren.

Nymphadora se posicionó entre la plataforma nueve y diez.

---Observa bien, Tali ---le guiñó un ojo de manera cómplice a la menor---. Corre si quieres, eso aumentará la emoción.

Sin esperar nada más, la adolescente partió empujando tranquilamente el carrito hacia la columna de la plataforma nueve, casi atropelló a una anciana que andaba lentamente pero por fortuna no pasó nada. Miró a ambos lados, cerciorandose de que nadie notara como atravesaba el concreto sólido, y desapareció de las miradas de todos.

Al mismo tiempo, Ted llegó corriendo hasta reunirse junto con su esposa e hija menor.

---Ya... estoy... ---jadeante Ted se secó el sudor de la frente con la mano, recargando su peso sobre su pierna. Parecía a punto de desfallecer---. Tu... puedes... hija...