Ya solo quedaban cuatro días para la entrega del Balón de Oro y todos estaban muertos de nervios.
Cristiano se encontraba en su departamento, solo, pasando el rato. Se acordó de algo: todavía no tenía qué ponerse para acudir a la gala. Debía ir de compras urgentemente.
Tampoco tenía hermanos, ni ningún familiar allí que pudiese acompañarlo. Pensó en a quién pedirle que lo acompañara, y enseguida se le ocurrió. Una sonrisa apareció en su rostro con solo pensar en él.
***
Leo estaba en la cocina de su departamento, preparándose un café. De repente escuchó su teléfono sonar, indicando una llamada. Se dirigió al salón para ver de quién se trataba, cuando tomó su móvil un número desconocido apareció en la pantalla. Sintió curiosidad, así que optó por contestar.
—Hola, ¿quién habla? —preguntó, por experiencia sabía que no debía decir su nombre—.
—¿No me tienes agregado? Me ofendes.
Una sonrisa tonta se formó en su rostro al reconocer aquella voz.
—Hey, Cristiano... ¿Cómo andás?
—Bien, bien, gracias. Te llamo porque me gustaría proponerte algo.
—Te escucho.
—Verás, ambos tenemos que asistir a una gala en solo cuatro días y todavía no tengo qué ponerme. ¿Te gustaría acompañarme a comprar algo?
Messi se tapó la boca con la mano, intentando disimular los grititos de emoción que estaba pegando.
_Pues estás de suerte, yo tampoco sé que me pondré. Vení a por mí en media hora, ¿sí? —Leo sonrió, aún sabiendo que el otro no podía verlo—.
—Ahí estaré. Hasta luego, lindo —Leo había descubierto que Cristiano era la única persona capaz de hacerlo sonrojar con solo un par de palabras—.
Cortaron la llamada. Messi corrió a su habitación para prepararse, pues todavía seguía en pijama.
Cuando acabó se dirigió al baño, se arregló lo mejor que pudo el pelo y se aplicó desodorante. Después fue al salón a esperar.
Solo unos minutos después oyó el sonido del claxon de un coche. Supuso que Cristiano había llegado, así que salió.
Y en efecto, ahí estaba. Abrió la puerta del copiloto y subió.
—Buenos días —Cristiano le recibió sonriente—.
Al verlo, Leo no pudo evitar sonreír también.
—Buen día.
El camino transcurrió en silencio. Un silencio bastante tenso, por cierto. Parecía que los dos querían decir algo, pero ninguno se atrevía.
Por fin llegaron al centro comercial. Después de hacerse algunas fotos con los fans, fueron a una cafetería a tomar algo. Los dieron una mesa bastante resguardada, por suerte. Nadie los vería.
Los dos estaban muy a gusto juntos. Pero a Leo una duda empezaba a consumirlo por dentro:
—Oye, Cris: ¿estamos teniendo...? Eh... —hizo una pausa y tragó saliva—. ¿Una cita?
El moreno sonrió de lado al escucharle y se inclinó levemente hacia él.
—Depende... ¿Te gustaría que así fuera?
Leo se relamió los labios, pensativo. La verdad, no lo sabía. Cristiano era... muy diferente con él, a comparación de con otra gente.
—Pues... sí, creo que sí —el menor sonrió y miró al otro—.
Cristiano sonrió también, satisfecho. Miró a Messi a los ojos. No se atrevían a decir nada más, pero ya sabéis lo que dicen: una mirada dice más que mil palabras.
Ninguno sabía qué les pasaba, pero sí sabían una cosa: Los viejos amigos no se miraban así...
***
—Leo, no pienso comprarme esto.
—¿Por qué no?
—No me queda bien.
—Venga, hombre. Salí, dejá que te vea.
Hacía más de cuarenta minutos que estaban en la misma tienda de ropa, pero nada les había convencido. Al final, le pidieron consejo a la dependienta, que les dio dos trajes más para que se probaran.
A Messi le encantó el primero que se puso, y decidió comprarlo. Era granate, con detalles en negro.
Pero Cristiano se había encerrado en un cambiador para ponerse el suyo y se negaba a salir.
—Por favor... Quiero verte —Leo hizo un puchero—.
—Está bien, ya salgo... Pero no te rías.
Cristiano abrió la cortina del cambiador de una vez, dejándose ver. Él había optado por algo mucho más sencillo: todo negro.
"Ay, Diosito."
Los pantalones eran algo ajustados y resaltaban a la perfección sus trabajadas piernas, los muslos especialmente.
Por otra parte, la leve transparencia de la camisa dejaba entrever sus también trabajadas abdominales.
Messi se mordió el labio inferior con fuerza al ver a su... amigo.
—Ehh... ¿Qué te parece? —preguntó Cristiano rascándose la nuca, nervioso—.
—¿Qué no te queda bien, decís? —preguntó perplejo el argentino—. ¿Me estás cargando?
El mayor rio un poco y dijo:
—Me lo tomaré como un cumplido.
Leo se ruborizó, no pudo evitarlo. Acompañó a Cristiano a pagar su traje y ambos volvieron al coche.
El portugués puso algo de música y empezó a conducir, concentrado.
—Oye, Cris... —Leo habló de repente—.
—¿Sí? —contestó el otro sin mirarle—.
—Esto... Eh... ¿Querrás venir conmigo a la gala? —preguntó algo nervioso—.
El mayor se volvió hacia él y le dedicó una dulce sonrisa.
—Por supuesto, empezaba a pensar que no me lo pedirías.
Messi volvió a sonreír como un tonto. No entendía porqué, pero siempre que estaba cerca de Cristiano, lo hacía mucho.
A partir de ahí ninguno habló, Cristiano dejó a Leo en su casa y se fue, después de despedirse con un beso en la mejilla.
***
¿Que les pasa a estos dos? ✨✨#Theloveisintheair jajajaja
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Viejos amigos - Cristiano Ronaldo x Leo Messi
FanfictionAnte las cámaras, el crack portugués y el rey del fútbol solo son antiguos rivales, viejos amigos. En la intimidad, puede que sean algo más... Al menos, hacen cosas que unos simples viejos amigos no harían. ¿Quieres descubrir cómo llegaron a esto? *...