Capítulo dieciséis

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Respira, solo mantén los ojos abiertos otro poco más.

Llevamos más de 3 horas seguidas metidos en uno de los salones del cuartel, 10 hombres se encuentran sentados aquí, discutiendo sobre estrategias de entregas, ubicaciones, mercancía y dinero, cada uno se encarga de una zona del estado, son hombres poderosos y sumamente peligrosos, debería estar temiendo por mi vida, temblando de miedo, no estar durmiendo en mi lugar, ha pasado solo una semana y media desde que este lugar se me fue cedido, una semana desde que conocí a mi medio hermano, una semana desde...

— Puedo hacerlo solo — una voz casi ronca y fuerte habla, esa voz qué está presente cada día, esa voz que me cuesta escuchar — Puedo hacerlo, si así lo ordena la mayor — me es difícil no verle, esto es tan horrible, cada vez que tengo que dirigirme a él, cada vez que veo esos ojos color esmeralda, el cuerpo me sacude, justo como ahora. Le sostengo la mirada, veo como sus cejas se fruncen y me hace pensar en todo lo que he dicho hace unas noches ¿acaso me he empezado a arrepentir? Trato de evadir mis pensamientos y me concentró antes de contestar.

— No puede ser así — digo levantándome de mi silla, siento mis piernas y mi trasero desentumecerse, no puedo seguir aquí más, necesito salir a tomar aire — No puedo arriesgar a mis hombres — Harry se acomoda en su lugar llevando su espalda al respaldo, su barbilla se tensa, puedo ver el pequeño collar qué baja por el escote de su camisa, sube de una manera anormal, su pulso a aumentado — Irás con Louis, pueden partir mañana por la noche — me vuelvo hacia uno de los ancianos presentes — estoy segura que cuento con usted señor Davos — el hombre de cresta casi blanca asiente con la cabeza mientras dice unas palabras de aceptación, Harry en su lugar no ha quitado ni un segundo su vista de mí, tal como si quisiera tomar mi cuello y apretar lentamente, no me vendría mal pensándolo ahora. —Bien, tomaremos un receso y volveremos a discutir los demás asuntos.

Trato de hablar lo más sutil y casual, pero mi voz aún tiembla levemente, todos acatan mis órdenes y se levantan de sus asientos mientras ponen en orden los documentos regados en la mesa, alguien enciende la luz sin previo aviso y mis ojos vacilan un poco por falta de costumbre, Louis quien también se encontraba aquí, camina invadiendo mi espacio, sus brazos me envuelven en un acogedor saludo y deposita un beso en mi cabeza, trato de quitarlo encima mientras sonrió.

— La gran Gatsby — su voz suena juguetona y casi le doy uno en el hombro, pero eso no sería bien visto por los pocos hombres que aún no salen, debo guardar compostura — ¿No puedes pegarme aquí cierto?

— Tú tampoco deberías saludarme así — digo entre dientes, él sonríe ampliamente mientras toma mi mano y me dirige a paso lento fuera de la sala.

— Sé que te encantan mis saludos.

— No lo hagas frente a todos.

— ¿Te molesta? — Dice deteniendo su paso y pararse frente a mí, su pecho choca un poco con el mío y tomó distancia.

— Soy tu jefa aquí, no lo olvides — digo tomando sus hombros para luego darle la vuelta sobre su eje y seguirle el paso.

— Sí señora — dice cuando ya estamos afuera y hace un saludo de soldado, suelto una pequeña risa mientras niego — eres una aburrida, mejor vamos a comer ¿sí?

Iba a contestar cuando lo siento de nuevo, ese perfume tan bien guardado en mis memorias me llena las fosas nasales y puedo recordar perfectamente ese cuerpo pegado al mío, mientras bailábamos en silencio bajo la luna, vuelvo sobre mi hombro y lo veo pasar a mi lado, el pasillo es tan angosto qué tengo que apartarme un poco para que pueda pasar sin tocarme.

Crudo | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora