VII - Balón de Oro

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Leo despierta al sentir la cálida luz del sol chocar contra su cara.

"Es hoy... ¡Es hoy!"

Saltó de la cama al instante. Estaba muy feliz, pero a la vez también nervioso.

Y no era para menos, existía la posibilidad de que aquel día lo proclamaran, una vez más, el mejor futbolista del año.

Aunque, si eso no ocurriera, Messi se alegraría también. Siendo honesto, si esa noche Cristiano ganaba el premio, él sería el primero en correr a felicitarlo.
O no, ya que su orgullo era demasiado, y no lo admitiría.

Pero en el fondo, Leo también sabía que últimamente, algo pasaba con Cristiano. Sabía que existía la posibilidad de que sintiera algo por él.

Y es que no había ninguna otra explicación que justificara que cada vez que veía al moreno sonreía como un bobo, o que solo él tenía el don de hacerle sonrojarse con pocas palabras. O, incluso, solo con una mirada.

Además, no solo sentía ese tipo de cosas, sinó también una atracción loca por el mayor.

Messi no era capaz de expresar con palabras las sensaciones que lo invadían al ver a Cristiano sudado, después de un partido, o cuando recordó... el momento que ambos compartieron el otro día en los vestuarios. O cuando al fin le permitió ver cómo le quedaba el traje, el otro día.

Y, para ser sinceros, el pantalón empezó a apretarle un pelín al visualizar esas imágenes. En fin, a veces se le ocurrían tantas cosas que hacer junto al portugués...

"¡Por favor! El sueño me está afectando. Necesito un café."

***

Son las cinco de la tarde, la gala comenzaba a las siete. Messi ni siquiera había empezado a prepararse, así que corrió hacia su vestidor para ponerse el traje.

Salió de él, ya vestido, y se dirigió al baño para terminar de arreglarse. Se peinó un poco y se echó perfume. Ya eran las siete menos veinte, Cristiano no tardaría en llegar. Tomó su americana y esperó a su acompañante.

***

"¡Mierda, voy a llegar tarde!"

Cristiano se encontraba conduciendo a gran velocidad para llegar a recoger a Leo a la hora correcta. No quería llegar tarde a su primera... ¿Cita? ¿Quedada?

No estaba seguro, pero el simple hecho de disfrutar de la compañía del argentino ya lo ilusionaba.

¿Que si estaba nervioso? Muchísimo. Pero no pensaba reconocerlo, e iba a hacer todo lo posible para que no se le notara.

Llegó al hogar de Leo poco después y se dirigió a la puerta de entrada. Se arregló la corbata, el pelo y sonrió de la forma más convincente que pudo.

Entonces presionó el timbre, y antes de que el sonido acabara, Leo abrió la puerta.

—¡Hola! ¿Cómo andás? —Messi soltó una risita nerviosa—.

—Muy bien, gracias —Cristiano rio, sus ojos se achinaron—.

—Qué bien... ¿Vamos?

—Claro, sube —el moreno le abrió la puerta de su coche al otro y este subió—.

Juntos emprendieron el viaje hacia la gala, en silencio, al principio. Hasta que Leo habló:

—Por favor, dime que no soy el único que está re nervioso.

—Vale... No lo eres.

—¡Pero con sinceridad, hombre! No me digas simplemente lo que quiero oír —el argentino fingió enfadarse—.

Cristiano volvió a sonreír. Y así, entre sonrisas y bromas, llegaron a la gala. Probablemente más de uno inventaría rumores o cotilleos sobre ellos por ir juntos, pero no les importaba demasiado.

Cristiano aparcó el coche y juntos entraron al edificio. Todo era tan elegante como lo recordaban. Ambos vieron muchas caras conocidas y fueron a saludar a sus amigos

Messi estuvo un rato hablando con Neymar y Mbappé, sus compañeros de equipo. Cristiano, con algunos de sus antiguos compañeros en el Real Madrid: Karim Benzema y Luka Modric. Hacía años que dejó el club, pero seguía llevándose muy bien con ellos.

—¡Hey, Cris! ¿Cómo va todo? —preguntó el croata con una enorme sonrisa cuando lo vio—.

—Muy bien, gracias. ¿Y vosotros?

—Pues mira, aquí seguimos —rio el francés—.

—Me alegro mucho.

El presentador anunció que la gala comenzaría dentro de poco, así que les deseó suerte a sus amigos y fue a sentarse. Le guardó el sitio de al lado a Leo hasta que vino y pudo ocuparlo.

—Señoras y señores, muchas gracias por venir. En unos minutos tendrá comienzo la entrega de premios. Enseguida volvemos —dijo el presentador para luego irse a la parte trasera del escenario—.

Leo estaba muy nervioso, no paraba de moverse. Daba golpecitos al suelo con su pierna constantemente. Además, se le notaba en la cara. Cristiano se dio cuenta. Posó su mano sobre el muslo de Lionel y ejerció algo de presión, tratando de calmarlo.

—Cambia esa cara, por favor. No quiero verte así —le dijo con pena—. Además, sonriendo estás mucho más sexy... —le susurró esto último al oído, procurando que nadie lo oyera—.

El argentino se tensó bajo su tacto, inevitablemente. Miró al mayor y sonrió un poco.

—Gracias... —susurró—.

Durante los siguientes minutos llegó la gente que faltaba, todos se sentaron y se acomodaron. El presentador volvió a salir, esta vez acompañado de su compañera, la cual sujetaba un sobre. Los dos se colocaron detrás de una mesa alta donde reposaba el ansiado trofeo, el Balón de Oro.

—Señoras y señores, hoy estamos aquí para entregar este valioso trofeo a un futbolista muy especial, el mejor del mundo este año. Totalmente merecedor de él, gracias a su esfuerzo y su dedicación incansable a lo largo de esta temporada, el ganador del Balón de Oro de este año es...

***
¿Quién creéis que gana?
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❤️❤️

Viejos amigos - Cristiano Ronaldo x Leo MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora