Capítulo 4: Castillo de Hogwarts

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Todos se empujaban para salir a la pequeña y oscura plataforma. Talitha, Fred y George se estremecieron por el aire frío de la noche.

---Aaah, el tren estaba más abrigadito ---se quejó Talitha, frotando las manos para entrar en calor.

Una lámpara apareció meneandose sobre las cabezas de los alumnos, la cargaba un hombre gigantesco. Su rostro estaba oculto por una larga maraña de pelo y una barba salvaje, pero podían verse sus ojos que brillaban como dos escarabajos negros.
Talitha sabía que el nombre de aquel adulto era Rubeus Hagrid, el guardián de las llaves y los terrenos de Hogwarts. Gracias a las descripciones de Nymphadora no podría perderse tan fácilmente, manejando algo de la información base del colegio: los terrenos, la mayoría de docentes y el personal que trabajaba ahí.

---¡Los de primer año! ¡Los de primer año por aquí!

Sonriente, Hagrid agrupaba a los de primer año en Hogsmade, el pueblo más cercano a Hogwarts, y el único de todo el Reino Unido poblado completamente por magos.

---Vengan, síganme por aquí ---indicaba Hagrid, siendo fácil de ubicar gracias a su gran tamaño, sobresaliendo en el mar de cabezas de distintos tamaños---. ¡Todos los de primer año no se queden atrás! Cuidado al caminar. ¡Los de primer año, vengan!

Apilados unos a otros, resbalando y a tropezones, muchos tropezones de parte de Talitha que era agarrada desde la túnica por Fred y adelante por George para evitar que cayera (conscientes de la torpeza de su amiga), siguieron a Hagrid a través de un empinado y angosto sendero. Estaba muy oscuro a los costados por los tupidos árboles. Nadie hablaba, respirandose en la nuca unos con otros.

---No veo na-... ¡Lo siento! ---exclamó Talitha.

Había pisoteado el pie de una chica de rostro fino, pelo rubio dorado corto y liso que caminaba a su lado, giró el cuello mirando con el ceño fruncido a Talitha, revelando un par de ojos agudos de un azul zafiro profundo que centelleban en desdén.

---Mira donde pisas, niñita ---dijo fríamente la chica rubia.

---¡Perdón! No fue mi intención, en serio ---Talitha siguió disculpándose.

---Tranquila, no es tu culpa ---le dijo George haciendo un ademán.

---Está oscuro, a cualquiera le puede pasar ---dijo Fred sacudiendo los hombros.

Pero los ojos azules zafiros que se fijaban en Talitha no parecían del todo convencidos, como si dijera que no era verdad y fue a propósito.

---De verdad lo siento. Soy muy torpe por naturaleza ---continuó Talitha---. Te aviso por si vuelve a ocurrir.

La chica rubia chasqueó la lengua, pasando a mirar mal a la castaña.

---Espero que no, niña torpe ---dijo por último, viendo de nuevo hacia al frente.

---Desagradable ---murmuraron los gemelos Weasley con molestia.

---Descuiden, no es primera vez que me pasa esto ---comentó Talitha sonriendo avergonzada---. Créanme, desde que tengo memoria es... ¡Miren!

Hubo un fuerte «¡Oooooh!» por parte de todos.

El sendero angosto se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la cima de una alta montaña, en el otro costado, con sus ventanas brillando en el cielo estrellado, había un enorme castillo con muchas torres y atalayas.

---Increible ---murmuró la castaña, apreciando cada detalle del terreno.

Hagrid señaló una flota de botecitos, ubicados en el agua al lado de la costa, diciendo.

Tropezones del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora