Tenía ocho años de edad cuando presencié como mi padre se volaba los sesos con una escopeta, su cabeza explotó transformándose en una masa de trozos de cráneo, sangre y sesos. Su suicidio me perseguía, por las noches tenía pesadillas, soñaba como su cadaver se convertía en un hormiguero, escuchaba el sonido de los insectos haciendo su trabajo, como las raíces de los árboles lo cubrían, como su cuerpo se descomponia. Él debía estar vivo y no pudriendose bajo la tierra, no entendía porque lo había hecho, no entendía porque nos había dejado. Recordaba como mi madre solía discutir con él cuando llegaba a la casa, mamá siempre estaba ebria y le gritaba cosas a mi padre con toda su ira, ¿pero por qué peleaban? ¿Qué había hecho él que a mi madre le causaba tanta rabia?
Mi padre se había ido y mi madre se ahogaba en alcohol y depresión, pronto comenzó a comprar drogas y la mayor parte del tiempo no estaba en condiciones para cuidar de mí y de mi hermana así que decidí que yo lo haría. Mi hermana era tan solo tres años menor que yo y tanto como yo, ella necesitaba de alguien, necesitaba que alguien la protegiera, necesitaba de las cosas buenas de la vida por un momento para que así como yo, ella fuese olvidando que estábamos solos en el mundo.
Pero mi "estabilidad" no duró tanto como me hubiera gustado, pensaba demasiado en aquel día en donde por error había visto a mi padre morir. Después la muerte dejó de parecerme algo traumático, más bien comenzó a ser algo fascinante y me emocionaba la idea de ver a alguien morir otra vez. Veía muchos videos de muertes reales, de suicidios, asesinatos, torturas, cualquier cosa que encontrara para satisfacer el morbo un poco. Comencé a juntar animales muertos de la calle y me encerraba en mi cuarto para jugar con sus intestinos, guardaba sus cráneos y algunas de las pieles, me gustaba coleccionar partes de ellos. Siempre estaba solo, me aislaba de todos, dejé de pasar tanto tiempo con mi hermana, a pesar de que ella insistía que estuviéramos más rato juntos, daba la excusa de ir a dar un paseo, solo para recoger a mis amigos muertos, y cuando no encontraba a veces los mataba yo mismo.
Me gustaba verlos morir, pero lo que yo realmente quería era matar a un persona, no podía dejar de pensar en eso, pero algún día lo haría cuando tuviera la oportunidad, de eso estaba seguro.Cuando tenía quince años tenía algo de curiosidad por lo que mi madre consumía, y fue entonces cuando probé las drogas por primera vez. Ella estaba inconsciente así que no se dio cuenta de que yo había entrado a su cuarto con el fin de robar algo de lo que a ella tanto le gustaba. Me agradó tanto la sensación que me causo que pronto después comprara drogas, no solo me hacían sentir bien, sino que hacían que dejara de pensar tanto en la muerte. Me distraían, cuando estaba drogado no tenía que pensar.
Un día cuando salí a dar uno de mis paseos de siempre, decidí ir a un lugar que me agradaba, era amplio y alejado de todos, cerca del bosque. Era un día nublado, hacía un poco de frío, me agradaban los días así, era perfecto para pasar un rato a solas en aquel lugar. Pero al llegar pude ver que había una chica, ella yacía acostada en el cesped, con los ojos cerrados y un cigarrillo en la mano.
Estaba sola, y era joven, de diecisiete años quizás. Pensé en asesinarla, era mi oportunidad, estaba sola y no había nadie que pudiera defenderla, además era muy bonita la idea de violarla justo ahí me resultaba llamativa, y siempre había querido practicar la necrofilia, si la mataba podía violar su cadáver también. Tenía varias ideas de lo que podría hacer con esa chica, pero aún no estaba seguro.
Decidí acercarme a ella, lucía muy tranquila, al principio pensé que estaba dormida hasta que la vi fumar, no sabía si atacarla en ese instante o hacerlo luego de hacer algo de conversación con ella. ¿Para qué hablarle? No lo sé... me daba curiosidad.-¿Tienes un cigarrillo? -me decidí hablarle primero.
La chica al escucharme abrió sus ojos, me miró por un instante y sin responderme solo sacó un cigarrillo y me lo dio. Al hacer esto volvió a cerrar los ojos, ignorando por completo mi presencia.
Prendí el cigarrillo y continúe intentando hacer algo de conversación con ella.
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Little Jane
Short StoryJane no siente nada, Jane está vacia, a Jane le gusta la muerte, a Jane le gusta causarla.