Étude No. 7. La amistad es un buen comienzo.

241 30 7
                                    

Boss regresó a la biblioteca al día siguiente después de la comida. Fue un acto impulsivo en realidad. El día anterior Noeul le había leído durante, aproximadamente, una hora. Tal vez dos. Pero eso no significaba que estuviera invitado a volver allí. Sin embargo, ese pensamiento tomó forma cuando ya se encontraba dentro de la habitación y era muy tarde para dar marcha atrás.

Encontró a Noeul acurrucado en el sofá, tal y como le había visto la primera vez. Sostenía entre sus manos su teléfono móvil, mientras que el mismo libro de ayer descansaba sobre su regazo.

—Hola... —saludó Boss, evidentemente no muy seguro.

Esperaba que Noeul mostrara sorpresa o vacilación. Que le dijera: «¿Qué haces aquí?», con ese tono desdeñoso tan suyo y lo echara fuera. Más no lo hizo.

—Hola —respondió Noeul.

Ambos se miraron directamente a los ojos sin decir una palabra. Aprovechando el momento de distracción, Varain asomó su cabeza por detrás del sofá, se acercó a Boss y se enredó entre sus pies como si se alegrara de verlo. Parecía ser un gesto inocente típico de un gato, pero no lo era. De repente saltó y se enganchó a la pierna de Boss, eligiéndolo como su nueva presa.

—¡Ay! ¿Qué...? —exclamó Boss, se inclinó rápidamente y se lo quitó de encima.

—¡Varain, chico malo! —dijo Noeul, levantándose.

Varain siseó y emprendió la huida al tiempo en que Noeul se inclinó para recogerlo. Saltó a través del sofá y aterrizó en el taburete cerca de la ventana. Boss y Noeul permanecieron de pie observándolo ejecutar su acrobacia. Varain les devolvió la mirada, siseó de nuevo, y procedió a lamerse el trasero.

—Eso ha sido muy grosero —declaró Noeul seriamente en dirección al gato. Luego se volvió hacia Boss—. ¿Estás bien?

—Sí —respondió Boss, revisando el pantalón—. Sólo rasgó un poco la tela.

—Lo siento. Pediré que te entreguen un pantalón nuevo.

Boss se sorprendió de oírlo decir «lo siento», así que no encontró palabras para responder y se quedó en silencio.

—Eh —añadió Noeul con un carraspeo—. Ya que estamos seguros de que no vas a morir desangrado, puedes sentarte.

Boss asistió, se apartó lentamente y fue a sentarse al banco de madera. Noeul volvió al sofá, se acomodó mientras abría el libro y luego comenzó a leerlo justo donde lo dejaron el día anterior.

Durante los días que siguieron, Noeul continuó leyéndole, no se limitaron sólo a ese primer libro y siguieron con los demás, pasando a La ciudad desolada hasta terminar con La conferencia de los pájaros. La voz de Noeul siempre era clara y reverente, poseía el encanto de interpretar las palabras como si fueran algo vivo y no sólo un montón de letras impresas en papel. Era envolvente y experto, parecía estar acostumbrado a leer para otras personas. A veces levantaba la mirada entre párrafos y le pedía a Boss su opinión sobre la parte del libro que acababa de leer, para cerciorarse de que éste le estuviese prestando atención. Boss respondía de la mejor manera posible, esforzándose para no quedar como un idiota. De vez en cuando Noeul emitía un comentario sarcástico si no estaba de acuerdo con la respuesta y otras veces escuchaba las respuestas con sumo interés y asentía como si fueran exactamente lo que deseaba escuchar. Era un poco forzado, pero parecía funcionar para ambos.

Boss fue acostumbrándose a todo poco a poco. Después de comer, se convirtió en un hábito que los pies lo llevaran a la biblioteca y dejó de sobresaltarse cada vez que Noeul le dirigía la palabra. Luego de un tiempo como que olvidó que el chico que estaba leyendo en voz alta era su jefe y él un empleado, y las circunstancias que los habían llevado hasta allí. Esas cosas carecían de importancia, ni siquiera notaba el transcurso de las horas.

DECANTING [BossNoeul]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora