EL GATO

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Isabel está en su área de trabajo, ella es la secretaria de venta de casas móviles, pero en su sueño, su oficina es grande, con ventanales que dejan pasar los rayos del sol, con plantas que purifican el aire, hermosa y cómoda. Sobre todo, porque está al lado de la de su jefe y puede verlo todos los días.

Llegó un amigo de su jefe que tenía programado un encuentro a mediodía con él y se acababan de sentar cuando entro el pick up de Roberto, su apuesto y varonil jefe. Ella se asustó tanto al verlo llegar porque tenía un hermoso gato color café acariciando entre sus brazos, pero con el rostro del demonio de Tasmania, a su jefe no le gustan las mascotas y de la sorpresa al verlo llegar, sin pensar lo aventó a la parte de atrás de la oficina esperando que no fuera a verlo, en su lugar tomo tres cuadernos y fingió leer y escribir, pero Roberto al llegar le quitó los cuadernos de entre las manos y comenzó a revisarlos.

- ¿Qué significa esto, Isabel?

- ¿Qué cosa? Son mis cuadernos de apuntes.

-Si, ya lo sé, pero yo tenía una foto de mi prima en la tercera hoja y ya no está, ¿Dónde la dejaste?

-No lo sé, quizás se cayó.

Ella muy nerviosa y temblando al verlo molesto porque no ocurría seguido, se puso de pie para revisar si había caído al piso la fotografía cuando jaló bruscamente los cuadernos hacia ella. Que no debía estar entre sus cuadernos, pero al caminar se le rompió uno de sus huaraches, se lo acomodó discretamente para que él no se diera cuenta. El amigo de su jefe que veía la escena desde el sillón se rio discretamente al ser su cómplice en primer lugar por el gato que se asomaba por una esquina sin ser visto por Roberto, y en segundo por el huarache roto de ella.

Ella caminó a la oficina de su jefe que era muy amplia, también con ventanales de frente a un edificio de hotel en color rojo, y una fuente en medio de la glorieta de entrada, su jefe entró a la oficina y ella le preguntó - ¿Oiga, ese hotel es donde me quedé con mi mamá? -Si, ese es.

- ¿Oiga, pero porque no tiene ventanas su oficina del lado derecho?

-Porque así me puedo dormir sin que nadie me vea.

- ¿Pero usted duerme en la oficina?

-Si Isabel, hay ocasiones que lo hago. 

Él le regreso sus cuadernos viéndola con amor, con ternura, como solo él sabía hacerlo. Ella sentía su mirada y le llegaban los nervios, los temblores, porque lo amaba en silencio y quizá en esa mirada de él también había una pizca de amor hacia ella.

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