XXVIII

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LUKE

— Hoy será un día especial.

Hablar solo relajaba ciertas veces, era como si tuvieras una compañía contigo pero eras tú mismo. Me encontraba mirando hacia el frente donde tenía alrededor hierba y flores, el laberinto que mi tía me hizo cuando era pequeño estaba intacto como la primera vez que entré en este y el plan era ese.

Dejábamos escapar a los violadores con que estos tuvieran la esperanza de que hubiera un fin y si lo encontraban se libraban de nosotros y de ser matados, lo que no sabían los pobres era que no había una salida como las que ellos esperaban, esas grandes donde se nota que llegas a la salida y te libras, no, la salida era una trampilla donde tenías que bajar escaleras y después toparte con pinchos que tenías que esquivar para no herirte lo suficiente como para desmayarte. Y se preguntarán, ¿por qué hice una salida así si con los pinchos podría morir antes de salir?

Pues porque me da risa y me gustan los retos peligrosos, por la mañana habíamos elegido a qué violador íbamos a atrapar por lo que me tocaba atrapar al chico del maniquí que era lo suficientemente listo y estúpido como para correr de mi, solo que no iba a ganarme jamás.

Mentirles a los violadores con que tenían una esperanza de vida era muy gracioso, se pensaban que iban a salir de esta como si fuera tan fácil perdonarles las veces que violaron a chicas, spoiler: eso no se perdona nunca. Por ello hoy iban a morir y de manera indigna, no había cosa más tonta que unos violadores se pensaran que tendrían salida.

Cuando escuché la sirena comencé a caminar, pasar tantos años en este laberinto me había hecho aprenderme algunos caminos y caer en la realidad de que no tendrían salida nunca, al menos no una salida que ellos esperaban, por ello caminaba tranquilo. Tendría que empezar a correr para atrapar al violador pero no tenia prisa y más sabiendo que mi tía fue lo suficientemente inteligente como para hacer de este laberinto algo imposible, incluso a mí las primeras veces me pareció imposible llegar al final.

La relación que tenía con mi tía desde pequeño era mejor que la relación que tenía con mis padres, siempre me juzgaban por todo y no me dejaban hacer nada, el favorito era Mikel siempre pero bueno, ya no lo iba a ser nadie porque él ya estaba tres metros bajo tierra, ¡yupi! Por el contrario, mi tía aceptaba como era y mis pasiones, me permitía todo lo que quería ya que ella siempre decía que uno tiene que extender sus alas por su cuenta pero que si alguien te ayudaba sería una doble extensión, con más fuerza y ganas de seguir adelante.

Y era muy cierto, en parte mi tía me crió y formó a lo que soy ahora, mi humor sarcástico y gracioso fue gracias a ella. Me acordaba de cuando en las cenas familiares en navidad, cada vez que me decían algo ella saltaba respondiendo sarcásticamente en contra de ellos hasta que yo mismo pude defenderme y ambos compartimos comentarios sarcásticos.

Al principio cuando mi tía no vivía donde nosotros en navidad lo pasaba mal, Mikel se reía de mi y mis padres no me dirigían la palabra, ni siquiera me decían feliz navidad o feliz año nuevo, eran horribles, pero después cambiaron poco a poco y decidieron tratarme con respeto y bien si no querían que yo les hiciera algo malo, todo ese cambio fue después de que mi tía volviera con nosotros.

Comencé a silbar retomando un poco más rápido el camino hacia el violador, escuché los gritos de uno de ellos mientras corría y cuando todo estuvo en silencio agucé mi oído para escuchar mejor. La respiración de alguien estaba acelerada, soltaba bocanadas de aire por su boca y ahora mismo seguro que ese chico está con sus brazos apoyados en las rodillas mientras descansa de la persona que sea que le iba a perseguir. Seguí caminando acercándome a este hasta que reconocí que era mi prisionero.

ShirleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora