12. Confesiones y confusiones

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Freen se sentía en el cielo, poco a poco iba convenciendo a la morena de todo lo que iba sintiendo por ella, por mucho que lo intentara esconder ya era demasiado evidente.
En todo caso, debería hacerlo ella, no quería presionar a la más joven, aun sabiendo que en ocasiones se besaban y, en ocasiones se comportaban como desconocidas.

No podía negar que tenía celos de aquellas muchachas, las que siempre mencionaba con tanto entusiasmo. La quería para ella sola, por mucho que eso estuviera fuera de lugar y, aun sintiéndose culpable de esos sentimientos, no quería esconderlos, sabía que era momento de hablarlo con ella, ya que tarde o temprano iba a llegar el momento.

Terminaron aquel beso, diferentes y varios se habían dado, pero este era diferente. Freen sentía que necesitaba más, su cuerpo quería actuar y subir un escalón más, su boca se secaba cada vez que pensaba en escenas obscenas, sacudió su cabeza, intentando borrar aquellos pensamientos tan inapropiados, mirando a los ojos de la menor, sintió un hormigueo nervioso.

Bajó su mirada para evitar pensar aquellas cosas de vuelta, fijándose en los nudillos de la morena, asustándose en el momento.

-BecBec, ¿tus nudillos?- Cuestionó de forma ansiosa y preocupada.

Becky algo consternada bajó su mirada, observando sus 2 puños ensangrentados, con heridas algo graves, aún restándole importancia comentó.

-Oh, cuando estaba luchando, uno de ellos me tiró la katana, y fui puño a puño- una risa se escapó de ambas, había sonado demasiado surrealista.

-Ay de verdad, cada cosa que te pase a tí no me sorprendería, ¿venciste a todos?- Preguntó la pelinegra con una mirada atenta a la menor.

-Sip, vencí a cada uno de todos, aunque...-
Fue interrumpida por la pelinegra quién se levantó rápidamente dirigiéndose al baño, regresó en cuestión de segundos con un botiquín casero, sonrió en forma de que siguiera contando.

Freen comenzó a sanar las heridas de sus puños con un cuidado extremo, no quería oír ningún quejido de la morena.

Ella misma se sintió oprimida, sabía que si le contaba a Freen que había visto a su padre, le reclamaría toda accion que antes realizó en la ciudad, pero no podía ocultarle la verdad.

-Ayer... estaba disfrazada, no se me veía la cara, ¿si?- Su voz sonaba temblorosa, cosa que Freen notó desde un primer instante.

Un apéndice de duda se mostró en el rostro de la morena.
-Tú sólo dilo y ya, no será para tanto... Espero- Comentó la hechicera sin fijarse en la apurada mirada de la morena.
Un suspiro salió de la misma.

-Y-yo...- suspiró acalorada, sabía que iba a llegar el momento en el que Freen desatara su enfado sobre ella, algo totalmente lógico y normal.

-Becky- tomó sus manos con gentileza.- Sabes que puedes contarme todo lo necesites, no seré yo quién te lo impida- sonrió mostrando confianza.

-No quiero que te enojes Freen...- agachó su mirada con temor de la respuesta de la contraria.

Tomó su mentón con suavidad, apartando con demasiado cariño aquellos cabellos que tapaban su hermosa mirada.

-Dímelo BecBec, prometo no enfadarme- sonrió débilmente, obviando todo temor que podría surgirle por aquella respuesta de la morena.

-Ayer... Cuando estaba en la ciudad, vencí a todos esos tipos... En agradecimiento vino... vino... El rey, me felicitó por... haber vencido a aquellos hombres...- su voz temblorosa fue a más, llegando al tartamudeo.

Un fuerte apretón en sus nudillos le hicieron callar y quejarse del dolor, el rostro de Freen mostraba una mezcla de enojo y miedo.

-¿¡Qué te vio quién?!- El mundo de la azabache se vio derrumbarse en aquel momento, temió tanto por la morena, que miles de ideas se le vinieron a la mente.

Almas Gemelas | Freenbecky (+18) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora