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•Sara•

Sábado

Limpio los trastes de papá, Dina y míos.

— ¿Es de levantarse tarde? —le pregunto a Dina.

—Los fines de semana lamentablemente sí.

—Está bien, al menos descansa. —me río. —Yo solo duermo una o dos horas más los fines de semana.

—Yo ya estoy acostumbrada a levantarme temprano.

—Entiendo.

—Ya es bastante tarde. —dice mirando su reloj.

—Hola. —saluda Thane entrando a la cocina.

—Hola Thane. —le saluda Dina con un beso en la mejilla.

Thane golpea levemente el hombro de papá a modo de juego y ambos se ríen.

—Idiota. —me saluda.

—Tú mamá.

—No tengo.

Comienzo a reírme.

—Es verdad, no tenemos.

— ¿Sara puedes despertar a Kiara? Es que le serviré comida así al menos almuerza algo.

—Claro, ya vuelvo. —avanzo hacia las escaleras arrastrando a Thane conmigo.

Observo que no venga nadie y dejo un rápido beso en los labios de él quien sonríe embobado.

—Espera aquí, despertaré a esa chica.

—Okey.

Subo las escaleras y voy a la puerta de su dormitorio.

Toco y la puerta se abre.

—Kiara me dijo tú ma…—no termino de hablar al ver su ropa.

— ¿Qué haces con la remera de mi hermano? —pregunto molesta.

—Oh…estaba en la secadora.

— ¿Y quién te dijo que está bien agarrar la ropa de los demás sin preguntar?

—Nadie. La agarre porque quise.

Menos mal lleva un jean que es suyo y no el jean que es de Thane y que también estaba en la secadora.

—Bueno, sácatela porque es de mí hermano y me la dio a mí por lo que es mía. —digo tranquila.

— ¿No? Me gusta y me la quedo.

Yo respiro profundamente para no tirarme arriba de ella y darle lecciones de respeto.

—Haber Kiara…tienes que entender que las cosas de los demás no se agarran porque sí. Esa remera es mía por lo que te la tienes que sacar porque no te la preste.

Ella se ríe levemente.

—No. A ver Sara, me la quedaré y tú no me la sacarás.

Me comienzo a reír un poco nerviosa.

Está niñata me sacará canas verdes.

—Sácatela. —digo seria.

—No.

Respiro profundamente.

— ¿Sabes que mi hermano tiene novia y que no te dará ni un poco de atención?

Se encoje de hombros.

—Bueno. —sonrío y ella sonríe victoriosa pero no por mucho. — ¡Papá! —grito.

Sí, díganme niña de papá, mimada o lo que quieran.

Pero que se metan con mis cosas no me gusta y está idiota que se quiere hacer la viva.

Oscura obsesión [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora