Narrador Omnisciente:
Quackity se deleitaba histérico con la mirada fija en los bailarines mientras una de sus manos aplaudía contra su propia pierna y la otra sostenía los restos de un trago exquisito aún con una cereza intacta y recientemente descongelada a causa del líquido al fondo del cristal.
Las luces neón y el aroma a perfume combinado con el sudor y la música retumbando haciendo percusión en su pecho como si fuese otro instrumento más solo incrementaban su euforia y gritos, estaba muy ebrio pero no tanto como para no distinguir a los pedazos de ángeles con los que estaba compartiendo ese fantástico momento. Oh-por-Dios- sus vestimentas eran geniales, la forma que tenían de contornearse y las frases vulgares y simpáticas que le soltaban solo subían aún más su líbido, ¡amaba a todos!.
—¡Mira Quackity! ¡Ese vato de allí me guiñó el ojo!.— Refiriéndose a su acompañante, algunos trabajadores se miraron entre sí al alcanzar a escuchar su diálogo.
El señor Quackity estaba muy borracho, pensaban. Siempre hablaba consigo mismo en tercera persona pero a alguien nuevo en ese ámbito sí que lograba parecerle extraño de primeras. El híbrido mitad ave aseguraba hablar con Quackity, por supuesto, ajá... ¿Quackity hablando con Quackity? Eso era imposible.
Pese a eso Quackity se relacionaba con Quackity, y el otro Quackity, y a su vez el otro, y el resto de Quackitys también. Todos conversaban entre ellos, algunos más con unos en específico que otros puesto que tenían sus afinidades, preferencias, personalidades, vestimentas e ideas bien establecidas.
Nadie sabía que en realidad Quackity no estaba ni loco ni tan borracho sino que se trataban de alters. Quackity tenía TID sin diagnosticar.
Hace mucho tiempo asistía a ese lugar puesto que le encantaba todo de allí, se sentía como en su hábitat. Maximus dejó de presentarse hace un año pero dejó "Las Casualonas" en buenas manos según sus fuentes de confianza. Extrañaba a Melissa y al otro hermoso bailarín, seguía asistiendo a diario con la esperanza de que bailasen nuevamente en otro escenario que no sea el de su imaginación y sueños de borrachez pero eso no sucedía y comenzaba a frustrarse . El resto de bailarines eran estupendos, siempre asistía con Quackity y se la pasaban muy bien juntos aplaudiéndoles, bebiendo y derrochando dinero a lo enfermo, pero perseguía el capricho de que esos dos bailarines en particular le hiciesen otro baile privado sólo para Quackity y él.
—Ya sé que soy un pinche caprichoso pero no puedo evitarlo, ¡quiero acariciar esos músculos bien fuertezotes y jalar de la bandana de Melissa mientras se me acerca y me respira en los labios, Quackity! ¡Lo necesito un chingo!.
Haciendo un puchero, el de beanie llevó la cereza a su boca y la masticó mientras mecía sus pies con enfado.
—¿Tú también extrañas a Melissa? A mí me gusta más el Bailarín para ser francos... Sí, ¡exacto! Los movimientos que hace son muy únicos. ¿Q-Qué? ¿C-Cómo que arriba los pitos, cabrón? ¡Estás un tanto desubicado!. O sea sí estoy de acuerdo pero shh, no es tema para conversar aquí.
Levantándose del sofá con dificultad, éste se encaminó hacia la barra buscando otro trago con el que pudiese lubricar su garganta, sin embargo una mano fue más rápida que la suya robándole el vaso que estaba por sujetar.
—Lo siento, ¿lo quieres? Puedo buscarme otro sin problema.
Como si fuese obra de su más íntima fantasía hecha realidad, el bailarín guapo con el que tanto se encaprichó se apareció allí, ¡y sujetando su trago favorito! ¡Qué azar más perfecto!.
—¡No, no! ¡E-Es todo tuyo!.— Negando con euforia y una sonrisa de oreja a oreja, el enrojecimiento incrementó en sus mejillas. Oh, Quackity estaba celoso de su fortuna, jaja.
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WELCOME HOME, AGAIN. [FOOLIGETTA]
FanficDos años después tras el descenso de todos los queridos huevos de dragón e hijos adoptivos de varios de los habitantes Isla Quesadilla se sumerge en oscuridad, tensión y rupturas de amistades. Durante ese tiempo el mago de la torre se dedicó como mu...