Capítulo 40

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Gwen

Todo estaba mal, muy mal...

No quería repetir lo que tanto me ha costado dejar a un lado, lo que muy en el fondo sabía que no desapareció por completo, pero con tantas cosas que han pasado no creía que sería tan pronto o tal vez esperaba nunca volver a ver esas escenas del accidente de hace seis años. La culpa de todo llegó con ello como esperaba, todos tienen una forma de sanar o superar las cosas, no soy de las personas que con unos años logran vivir con el dolor.

Aún duele, aún lo siento demasiado cerca, es como si el tiempo se hubiera estancado en ese día y lo demás pasó en un pestañear. Así que no pude hacerlo y continúo en ese camino lleno de espinas que me cortan y hacen sangrar por el recuerdo de poder haberlo hecho diferente, por haber sido sensata y no una adolescente idiota.

Dentro de este campo de ilusiones viví por segunda vez lo que tanto quise sanar sin resultado alguno. Los gritos de la pelea liderada por mi ciegues, las llantas rechinando al frenar, la luz de los faroles del otro auto demasiado cerca al nuestro, gritos afónicos por todos lados que no sabría dónde empiezan los míos y dónde acaban los de ellos. Y luego... los ojos amorosos de siempre buscándome para protegerme.

—Kaie, no me sueltes.

Vuelvo a repetir sin saber cuántas veces van, ya he perdido la cuenta, pero la sensación electrizante aún permanece en mi cuerpo y trato de fundirme en el suyo, como si tal vez podríamos ser uno solo y así tomar un poco de la valía que lo envuelve. Hemos estado así desde que salimos de esa montaña y ahora estamos en un lugar apartado sin nadie alrededor.

—Nunca te soltaría, mi pequeña presa, descansa —dice con una voz tan firme que me hace dar un verdadero respiro para calmar mis inquietudes, mientras pasa uno de sus ásperos dedos por mi mejilla con tal delicadeza que siempre estremece mis adentros.

Necesito aferrarme a algo justo ahora y Kaie es la única y mejor opción para ello. En la nave tenía a Lizzie para hacer el papel de mi ancla cada que las pesadillas eran demasiado vívidas, pero ahora no está conmigo y en su lugar el único ser en hacerme olvidar y sentirme amada como nunca, aplaca más los oscuros recuerdos con su agarre a mi alrededor. Asegurándose de que todos los fragmentos se mantengan unidos. La fragancia que nos une ha calmado por instinto un poco mi temblar, pero mis ojos pesan por todas las lágrimas que ya no pueden salir más, siento los párpados hinchados y ahora me he quedado mirando al abismo sombrío de mi cabeza.

Estoy envuelta en sus brazos en la cima de uno de los árboles gigantes como la anterior vez en la que aún no era tan presente que podría ocurrir una guerra, en donde aún podía pensar solamente en Kaie y en mí. Las vistas fueron algo certeras que él pudo intuir que me calmaría, así como el suave sonido de aves distintivas de este mundo que revoloteaban en su hábitat natural; pero, a pesar de todo ello, mi mente seguía rememorando cada detalle de mis temores sacados a flote.

Sé que es inútil pensar en cosas que podrías haber hecho en el tiempo que no puede ser regresado, mi cerebro lo sabe, pero mi corazón es el que no escucha la razón. Así que, ahí estaba yo, divagando con aquellas cosas que solo me atormentaban cada vez más, aquel campo de ilusiones fue peor de lo que podría haber soportado. Todo fue tan... real, el bucle de escenas pasando con rapidez dentro de mi cabeza regresa, podía sentir otra vez demasiado cerca sus voces, sus miradas cargadas de muchas cosas, sus cálidas manos tratando de alcanzarme hasta el último suspiro de sus existencias.

—¿Quieres regresar? Aún falta un poco para que caiga la noche, pero podemos quedarnos un poco más si así lo deseas —susurra levantando mi rostro hacia el suyo y con sus dedos roza los contornos de mis ojos que deben estar demasiado rojos y feos.

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora