Cuando por fin me quedaba dormido, veía la oscuridad de mis párpados dos segundos, después me despertaba en pleno mediodía. Rara vez soñaba, pero cuando lo hacía, los sueños más frecuentes eran sobre mi pasado en la catedral.
Ante mi ojo, humedecido por la intensa lluvia y mis lágrimas, la hermana a la que prometí proteger, accedió a seguir a ese hombre. Ella no estaba consciente que él había sido quien hizo el corte en su muñeca, que por su culpa la sangre se drenaba de su cuerpo con cada paso que daba a su lado. ¿Olvidaste lo que le hizo a nuestra madre? ¿Tus cuencas vacías no podían ver el fuego que hizo cenizas tus recuerdos? Te lo advertí, pero ignoraste hasta mis gritos cuando se robó mi ojo favorito, con el que te veía saltar y bailar de alegría.
Cuando el hombre abrió la enorme flor blanca para resguardarla de la lluvia, ella volteó a verme. Corrió hacia mí, y sacó mi cuerpo semi hundido en el charco. Acarició mi pelaje mojado y me sonrió. Estiró su muñeca sangrante hacia mis colmillos.
—¿Qué haces ahí? —dijo—. Si no vienes conmigo, ¿quién lamerá mis heridas?
Se dio la vuelta y volvió hacia el hombre para abrazarlo.
Me arrastré entre el lodo y seguí sus huellas con las tres patas que me quedaban, decidido a mantener la última gota de sangre en su cuerpo de porcelana.
Fin.
El dúo de lágrimas de Ruina cayó sobre el epílogo, hice que se sentara en la cama y limpié su rostro con un pañuelo. El libro que terminamos de leer se llamaba "La Promesa del Silencio", de Ex Salter. Las cuidadoras de Ruina dijeron alguna vez que era el autor favorito de su madre.
Como Ruina tenía prohibido salir de la Catedral, y esos libros se vendían solo a mayores de edad, le pregunté a Avraliz si podía decirle al guardia que le compraba cosas de la ciudad en secreto, que fuera por ese libro. Esperé unos días y se lo regalé en su doceavo cumpleaños.
El libro fue más adulto de lo que pensé, había capítulos completos en los que no entendía qué sucedía. También hubo varias escenas sexuales, las primeras que leí en mi vida. Aunque lo intenté, por más que leyera de nuevo los párrafos, había muchas palabras y acciones que no pude imaginar.
Le presté más atención a las reacciones de Ruina que a la historia en sí. Sonreía, inclinaba la cabeza y a veces abría los labios en sorpresa. Su expresión se tornó cada vez más triste cuando se acercó al final. ¿En serio a la madre de Ruina le gustaban esos libros que entristecían tanto? No parecían nada apropiados para una doncella.
Tuve miedo de que el Cardenal lo supiera, así que me apresuré a calmar el llanto de Ruina. Poco después, ella levantó la mirada, todavía con algunas lágrimas.
—Es el mejor regalo de mi vida —dijo, triste pero amable—. Sentí que pude conectar con mamá y sus emociones. Muchas gracias, Matik.
—¿De verdad te gustó?
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¿Mi deseo? ¡Ser el protagonista de este mundo!
FantasiEn la interminable lucha contra la mayor amenaza mundial, el próximo héroe debe ser aún más poderoso que el anterior. De lo contrario, Ulos y toda la vida que lo habita... morirá. Dos niños fueron entrenados desde temprana edad para ganarse el derec...