Capítulo 11.6

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Traté de juntar mis piernas, pero no podía moverme porque Jeong Jihyeok estaba inmovilizando mis rodillas y tobillos.

—¿Qué estás haciendo?

—Restricción.

—Entonces, ¿por qué estás haciendo esto?

—Seojun.

—¡Ah!

Solté un pequeño grito de sorpresa.

—¿Qué te sorprende tanto?

—¿Por qué me llamas por mi nombre de repente? Se me pone la piel de gallina. No lo hagas.

—Lee Hyeonho puede hacerlo, ¿pero yo no? Cheolwoo hyung, Gyujin e incluso Chaegeon los llamo por sus nombres.

—Entonces, el señor Jeong Jihyeok puede llamarme ' Señor Seojun'. ¡Uck...!

Pellizco mis pezones con fuerza y me abrió más las piernas. Cuando me estiré para escapar, agarró mis manos y me hizo que sostuviera mi propio pene.

—¡Qué, qué estás haciendo!

—Fui paciente hoy. Cuando dijiste que te gustaba, que los tres viviríamos juntos y no era verdad, no me enojé. Entonces, déjame decir tu nombre a secas tanto como quiera.

—Y que tiene...

Estaba tratando de discutir qué tenía que ver eso con esta postura obscena, pero Jeong Jihyeok puso fuerza en mis manos. Entonces mi mano fue presionada y puse presión sobre mi pene.

—¡Ah, suéltame! ¡No lo hagas!

—Me estoy volviendo loco porque quiero azotar y chupar tu culo hasta que se ponga rojo e hinchado.

—Entonces, adelante.

Que me diera nalgadas es mejor. Mi pene que era tocado por la palma de mi mano, la mano de Jeong Jihyeok que podía sentir en el dorso de mi mano, y mis piernas que estaban muy separadas, me hacia sentir avergonzado de todo y me estaba volviendo loco.

—Por favor, ya suéltame.

—¿Cuánto se masturba Min Seojun?

—No haré eso.

—¿O solo lo haces en la parte de atrás?

—... No lo hago. Así que déjame.

—Tendré que decirte como.

Me mordió el lóbulo de la oreja y movió la mano. Una mano estaba unida al pilar y la otra mano sostenía el glande. Mi mano debajo también se movió.

Mi cara sonrojada era por la vergüenza. Cuando bajé la cabeza y traté de quitar la mano, la fuerza aplicada se hizo más fuerte. No quería perder, así que me di fuerzas, pero en cambio terminé frotando mi propio glande y frotando el pilar.

—Huff, ah, no, ¡no lo hagas...!

—Lo estás haciendo bien.

Susurró lascivamente y agarró mi mano y me hizo levantar el pilar. La sensación de los vasos sanguíneos en mis manos era muy desconocida.

—Por favor...

Finalmente cedí. Tan pronto como le rogué, las lágrimas fluyeron y cayeron en la bañera. Soltó su mano y giró mi barbilla.

—¿Por qué estás llorando?

—...Es vergonzoso.

—Min Seojun sigue siendo lindo.

Jeong Jihyeok se echó a reír, extendió la mano y me secó los ojos. La actitud burlona fue desagradable, así que retiré sus manos y torcí mi cuerpo. Esta vez, fui liberado de su restricción.

M. P. C. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora