Misión "Nube solitaria"

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Aoba Yamashiro era un ninja muy social. Se veía a sí mismo siempre de buen humor, rodeado de amigos, en fiestas y bromas, en misiones de mucho movimiento, siempre en equipo. Pero trabajo era trabajo y no siempre tenía para escoger, como en aquella ocasión.

Fue enviado en solitario a entregar correspondencia ultra secreta, ultra importante y ultra urgente. Lo sacaron de su cama a las 3:30 de la madrugada, se bañó en dos minutos aunque fue solo mojarse para despertar, no desayunó ni un mísero café porque en la torre de la maestra Hokage aún estaba desconectada la cafetera y de ahí, carrera sin escalas directo a la frontera con el País de la Lluvia.

Y no le gustaba el País de la Lluvia porque... porque siempre había lluvia.

La capa se la había quitado y abandonado hacía un rato largo, estaba tan mojada y llena de lodo que pesaba ocho kilos más y no le abrigaba nada. El resto de su uniforme también tenía agua en cada fibra, las sandalias incluso hacían ruido al caminar.

Pero al menos el mensaje estaba entregado y no tenía que llevar respuesta, por lo que tuvo tiempo de pasar a comprar un triste emparedado de atún y una lata de zumo de naranja, que con la lluvia no servía para nada, solo tal vez reforzar su sistema contra la gripa. Quería algo caliente, un café, un té, agua hervida o algo parecido y quería algo seco para ponerse, cambiarse la ropa, los calzoncillos especialmente porque se le pegaban con indecorosa insistencia a sus más nobles partes. Quería dejar de caminar, hacer viajes así le acalambraban las piernas a cualquiera y una ampolla era el pago mínimo por romper récord de distancia/tiempo.

Ya no tenía dinero, había olvidado la cartera y lo que compró lo hizo con las monedas que habían quedado en su pantalón. No había preparado equipo de viaje así que tampoco llevaba píldoras alimenticias.

Y estaba lloviendo.

Y hacía frío.

Con paso lento y la postura encorvada andaba a la orilla el camino, saltando los charcos como si importara realmente, no había en su ropa espacio para una gota más de agua y la noche caía pesadamente.

No había mucha diferencia entre la mañana y la tarde en el País de la Lluvia, siempre estaba nublado, gris y deprimente, pero de noche la obscuridad se volvía densa, pronto no vería absolutamente nada. Se resistió a ir sobre los árboles, con ese clima sería un suicidio y ni hablar del sentido de orientación entre copas frondosas y musgos de todo tipo; no veía nada en el tramo despejado del camino, vería menos rodeado de árboles. Se le ocurrió en ese momento quitarse las gafas oscuras que daban caracterización a su persona, subiéndolas hasta que se sujetaran con el cabello. Encontró con sorpresa que el panorama había mejorado, los cristales estaban empañados y al ser oscuros, reducían dramáticamente la poca luz que había.

Bostezó, pero no detuvo su paso, quería llegar a Konoha cuanto antes, meterse en su cama ¡Si tan solo alguien se apiadara de él!

Tensó los hombros e instintivamente llevó las manos a las bolsas de armas sujetando con fuerza un cuchillo kunai. Entre el ruido de las gotas de lluvia y el barro del suelo, hubo un algo más que llamó su atención, un rechinido lastimero...

Tenía pase seguro, el salvoconducto de mensajero evitaría conflictos innecesarios, las relaciones con el País de la Lluvia no eran las más óptimas, pero la paz palpitante cobraba fuerza, no podía arruinarlo, Tsunade mucho se lo advirtió, mucho se lo había confiado: no hacer estupideces, actuar con la prudencia de su rango, demostrar porqué era digno ninja de la hoja. Giró la cabeza despacio, pero ya estaba demasiado oscuro.

Ahí atrás había alguien. No se esforzaba en ocultar su presencia, pero no por ello se relajó.

Respiró profundamente y fingió ignorarlo, solo tendría que permanecer atento. No tenía nada que ocultar, solo era un mensajero regresando a su casa, ya estaba a absurdos metros del País de Fuego, con tan horrible clima y poca visibilidad no estaba seguro si ya había pasado o no la frontera. Si ya la había pasado, diplomáticamente no habría inconveniente si empezaba una pelea, era en defensa propia, pero si no, sería una declaratoria de guerra...

La inusitada torpeza de un shinobi (cómo errar misiones paso a paso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora