Parte única.

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Todo empieza con detalles pequeños, casi imperceptibles.

- Che, ¿esa remera es nueva?

Spreen lo voltea a ver con una ceja alzada. - ¿Ah? - Para proceder a verse así mismo. - Ah, si. Me la regalaron.

Lentamente, Carre asiente, procesando la respuesta.

Su amigo ríe suavemente, mirándolo ahora con más curiosidad. - ¿Porque la cara de pelotudo? Bueno, más de lo normal.

- No, por nada.- Carre responde, mirando aún con más extrañeza la prenda de ropa. Ni siquiera le da bola al insulto. - Es que es... algo rara, no muy tu estilo.

- ¿Vos decís?

Chasqueando la lengua, Carre hace un ademán de "olvídalo" con la mano. - Nah, ¿sabes qué? Cosas mías. Me estoy comiendo la cabeza por nada.

Excepto, que realmente no se siente como si fuera nada, la camisa no es holgada, y es de un beige horrible que siendo honestos, no le pega nada a Spreen.

Pero tampoco tiene sentido que se sienta tan ofendido por una remera que ni siquiera está usando él mismo. Negando con la cabeza suavemente, Carre intenta dejar el pensamiento detrás, catalogandolo como un momento esquizo de esos que suele tener.

(También, intenta ignorar la pequeña puñalada que siente en su corazón cuando se imagina a Spreen aceptando el regalo con una sonrisa y que sin dudarlo, terminara usando una remera que Carre sabe que jamás usaría si él la hubiera visto por su cuenta.)

El pelinegro se ríe, concentrandose de nuevo en su celular. - 'Tas re raro hoy, wacho.

Terminandose de cambiar, Carre se levanta de la cama.

"Raro" dice su amigo, sentado en cama ajena, con el cabello desordenado y con una colección de chupetones en el cuello. "Raro" tiene los huevos de decir, cuando él es quien tiene la costumbre de aparecer en el depto de Carre cuando se le da la gana, sonriendo de esa manera tan santurrona suya, tomando siempre lo que quiere como si el mundo estuviera en deuda suya por su simple existencia. "Raro" dice él pibe que nunca se ha dignado a ofrecerle a Carre un nombre para lo que hacen.

- Ya sabes como soy. - Es lo que termina diciendo, aparentando indiferencia. - ¿Tenés ganas de una' milanesas? Amir cocino ayer y le quedaron re ricas.

- ¡Eh! Cheto. - Spreen responde, levantandose como niño pequeño al que le acaban de decir que le van a dar dulces. - Dame unas cuatro o te acabo chorreando la nevera entera.

Una vez están comiendo, el peso de la mano de Spreen descansando en su muslo hace una disonancia extraña con el hecho de que Carre siempre termina desviando su mirada a la remera del otro.

"Raro." Tremendo hijo de puta, él que se piensa que es Carre quién es el que esta fuera de lugar.

Spreen la conoce en un boliche.

O al menos, esa es la teoría que el ojiverde tiene.

Él cree saber que la conoce en uno porque hubo una noche en particular en donde ambos habían salido de joda con un grupo de amigos en común y hubo un buen tercio de la noche en donde no le vio ni la gorra a Spreen.

Usualmente, la rutina que ya ambos tenían era que cuando la mayoría de sus amigos estuvieran muy en pedo o que anduvieran pensando con la chota, ambos se separarían, quedandose juntos para no perderse el uno al otro y tener asegurado que ninguno regresaría solo una vez determinaran que ya era hora de irse.

Pero esa vez, Spreen se perdío al mismo tiempo que los demás, dejando a Carre completamente solo durante al menos unas dos horas.

De repente, el pelinegro regreso mordiendose el interior de la mejilla, como si intentara ahogar una sonrisa, y en la pobre iluminación del lugar, Carre logro notar pequeñas marcas a lo largo de su barbilla y cuello.

tu misterioso alguien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora