SINCE I SAW YOU [changlix]

03.

Para Felix ver a su mamá subir a ese avión y verla partir fue duro. El primer mes y la primera videollamada luego de que Yeri se instalara en lo que seria su nuevo hogar, fue dolorosa. Ambos se pusieron a llorar ni bien se vieron tras la pantalla.

Y los primeros meses solo sin su mamá afectaron mucho su vida, no queria comer, bajó sus calificaciones en la escuela y se empezó a aislar de los pocos amigos que tenia. Por suerte con la ayuda de sus abuelos de a poco volvió a sonreir, siempre extrañando y hablando con su mamá, pero estaba mejor.

Así pasó un año y fue cuando comenzó todo.

Se encontraba jugando con sus amigos, si bien el barrio en el que vivía no era el mejor, creció ahí y todos los recuerdos que creó ahí no los cambiaría por nada.

Habian algunos niños de su edad, vecinos que casi todos los días se juntaban para jugar en medio de las calles, se conocian entre todos y podria decirse que ya eran conocidos, amigos de juego por el lazo que habian construido.

Ahí conoció a uno de sus mejores amigos, Jeongin.

No era que a los demás no los quería, pero habia formado un lazo aún mas fuerte con el, se conocían desde muy chiquitos, prácticamente bebés, iban a la misma guardería, cuando la mamá del pecoso y sus abuelos trabajaban y nadie lo podia cuidar, y cuando la mamá del castaño trabajaba y tampoco podía cuidarlo, siendo que, un día la abuela de Felix y la mamá de Jeongin se encontraron a la salida de la guarderia, y de ahí entablaron una buena relación, llevándose la grata sorpresa después de que eran vecinas, así que desde ese momento no recuerdan haberse separado.

Además, iba a su casa, comian, hacian la tarea o veían películas juntos. O viceversa, ambas familian querian a los dos chicos.

—¿Viste como me empujó Hyunjin? No me agrada, cuando nos volvamos a juntar lo voy a patear para que se caiga— murmuró Jeongin resentido y con el ceño fruncido, se habia raspado ambas rodillas por su culpa.

Hyunjin, asi se llamaba uno de los chicos del grupo con el que jugaban. Hyunjin nació en Corea y cuando tenia un año él y sus padres se mudaron a Australia gracias al trabajo de su papá, era era la mano derecha de uno de los empresarios mas importantes de Corea y al ver que en Australia habia una gran oportunidad, no lo dudó.

—Pense que le caías bien, es un tonto nadie se mete con mi amigo— dijo el pecoso rodeando con su brazo los hombros de su amigo.

—¿Puedes venir a cenar a mi casa? Mi abuela me dijo que iba a cocinar pollo y verduras, y si unimos fuerzas puede que solo nos de pollo, sin las verduras— suplicó juntando sus manos y mirándolo con compasión.

—Bueno— río— le avisaré a mamá, así que esperamee— y comenzó a caminar a su casa.

—¿Y puedo invitar a Hyunjin también?— murmuró juguetón Felix.

Jeongin paró en seco y volteó hacia Felix fulminandolo con la mirada.

—¡Solo quiero unir fuerzas! Sabes que no me gustan las verduras— se excusó el pecoso.

—¡Conmigo es suficiente!— gritó Jeongin con indignación y entró a su casa.

Se sentó en la vereda, afuera de la casa del castaño, miró al cielo, contemplando lo naranja que se veía, los pájaros volando en el cielo, sus amigos habían ya se habían despedido puesto que en unos minutos la noche iba a aparecer para ser la protagonista, estaba anocheciendo, respiró y dejo salir su aliento lentamente, el viento fresco sintiéndose en su rostro.

Mientras esperaba a Jeongin vio un auto de color negro estacionar en la casa que quedaba frente de la suya. Frunció su ceño, ya que en esa casa solo vivía una persona. La Señora Moon, y por lo que sabía, ella vivía sola ya que su esposo habia fallecido hace 4 años.

Se levantó y comenzó a acercarse por curiosidad, viendo que del auto se bajaron un hombre y una mujer, era personas grandes, pero lucían jóvenes, y pensó que seguro eran parientes suyos, asi que retrocedió dándose vuelta para volver a sentarse en la vereda de su amigo, amigo que si no salía en cinco minutos, el mismo iba a tocar la puerta. Pero había alguien más en el auto, y lo supo cuando la puerta de atrás se abrió, y lo vio.

Los ojos de Felix brillaron como nunca, pero el no lo supo.

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