Sin piedad

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Lily tomó su taza y tomó un sorbo del té caliente y endulzado. La calmó como solo el té podía hacerlo. Se sentó durante largos minutos, mirando distraídamente algún punto en la pared, mientras su mente estaba en otras cosas. Más exactamente, en una cosa en particular. Dejó escapar un suspiro abatido, captando la atención de su marido quien bajo su ejemplar del Diario El Profeta y la miró.

—¿Lily?— preguntó, con el ceño fruncido por la preocupación.

Ella negó con la cabeza hacia él, colocando su taza sobre la mesa.

—No es nada—dijo ella, a medias. Golpeó la taza con el dedo, mordiéndose el labio inferior mientras pensaba. —Es solo...—suspiró.—¿No crees que es hora de que hablemos con Harry, sobre... sobre él?

La expresión de James se oscureció.

—No.— respondió secamente.

—Vamos, James.—dijo Lily, girándose hacia él.—Ninguno de nosotros ha intentado siquiera hablar con Harry sobre Voldemort.

Los ojos de James se entrecerraron ante el nombre, con la mandíbula apretada. No podía soportar ni siquiera la mera mención de ese bastardo en su casa.

—No quiero.— respondió James.—Solo va a molestar a Harry.

—No es algo que ninguno de nosotros quiera hacer.—explicó.—Pero es de vital importancia que lo hagamos. Casi no tenemos idea de por lo que ha pasado Harry, qué le hizo Voldemort, cómo lo trató...

—¡Pero puedo adivinarlo!— James gruñó.—y preferiría no saber los detalles.

Lily hizo una pausa.

—Tenemos que conocer los detalles, James. No vamos a entender a Harry, hasta que sepamos qué tipo de vida ha vivido. Hay algo en Harry que simplemente... me asusta.

La expresión de James cambió de repente, preocupada y un poco alarmada.

—¿Qué quieres decir?

—Es difícil de explicar—suspiró Lily, cerrando los ojos. —Son... pequeñas cosas que él dice y hace.— hizo un gesto hacia la mesa en la que estaban sentados.—Como esta, por ejemplo. Se negó a entrar en la cocina después de su primera mañana, así que sacamos la mesa de la cocina hasta aquí.— hizo un gesto hacia la sala de estar.—Y ahora es perfectamente feliz al comer aquí. ¿No te parece extraño?

James se mantuvo en silencio.

—Cuando Damien quiso jugar Quidditch, Harry se negó rotundamente.— Lily continuó: —¿Qué niño de diez años conoces que no quiera jugar Quidditch?

—Sí, ese realmente dolió.— James estuvo de acuerdo.

—¡No es divertido, James!

—Lo sé.— respondió James.—Lo sé.—repitió, en voz baja.—Hablaremos con él.—accedió de mala gana. —Solo que ha estado aquí unos cuantos días, está tratando de adaptarse y no quiero que se sienta incómodo.

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2023 ⏰

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