El guardaespaldas

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Shizune suspiró mientras acomodaba los expedientes de los pacientes dados de alta, debía de enviarlos con Izumo y Kotetsu para que completaran, a su vez, sus propios informes.

No estaba segura de cómo mirar Kotetsu a la cara después de lo ocurrido en el departamento con Aoba, habían pasado varios días, los chicos se habían marchado como tenían contemplado, pero de acuerdo con los horarios establecidos, estarían en su oficina cerca de las seis de la tarde.

Miró de soslayo, al final de la mesa estaba Aoba, con el collar cervical que le obligaba a tomar una postura de lectura anómala, ordenando otra pila de expedientes.

—¡Expediente no te vayas! —exclamó el ninja. Pero el expediente se deslizó de la torre, resbalando por la mesa y avanzando por el piso una distancia de poco más de un metro. Enseguida, otros diez expedientes se le escaparon cuando trató de recoger el primero.

Shizune volvió a suspirar, dejó los papeles sobre la mesa y se acercó a él.

—Déjame ver.

Aoba se incorporó, no tenía los movimiento lentos y pausados de cualquier otro paciente con las lesiones que él tenía, pero el dolor estaba presente, dolor que solo se calmaba con ayuda de la honorable quinta maestra, aunque ella había convertido esa ayuda en una moneda de cambio que no estaba seguro de que fuera realmente equitativa.

—Yo lo hago —dijo la kunoichi.

Se acercó para recoger los papeles, algunos se habían salido de los folders así que debían de revisarse de nuevo para ordenarlos.

—No hagas cosas raras, vas a lastimarte la cadera —agregó cuando le vio intentar alcanzar algunos papeles sin bajarse de la silla, sosteniéndose de la pata con la pierna buena.

—Es lo que le digo a Tsunade-sama —se quejó Aoba.

—Aoba debería estar descansando —dijo Shizune mientras miraba a su maestra tomando los expedientes que le había pedido a Kakashi como parte de su grupo de apoyo, entre los que se incluía el de Aoba

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—Aoba debería estar descansando —dijo Shizune mientras miraba a su maestra tomando los expedientes que le había pedido a Kakashi como parte de su grupo de apoyo, entre los que se incluía el de Aoba.

—Está bien —respondió ella sin prestarle mayor atención.

—Si su lesión cervical no sana adecuadamente, podría limitar sus movimientos en el futuro.

—Ya arreglé eso —insistió Tsunade, mirándola con una ceja levemente arqueada —. Te preocupas demasiado por él.

Shizune se sintió acusada, y el pánico de imaginar que Kotetsu hubiera dicho en la oficina que estaba saliendo con Aoba, se apoderó de su ser, causándole la vergüenza más grande que jamás había sentido.

—¡Yo le provoqué más daño de lo que tenía en un inicio! ¡Por supuesto que me preocupo por eso! —exclamó, aunque eso solo consiguió que el gesto de Tsunade se volviera más inquisidor.

—A propósito de eso ¿por qué lo golpeaste? No suele ser esa tu primera opción.

Shizune recobró la compostura enseguida, aunque seguía ruborizada por el bochorno.

La inusitada torpeza de un shinobi (cómo errar misiones paso a paso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora