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Psicología Infantil era, de lejos, la materia más pesada para Jiseok, pero eso no significaba que fuera un obstáculo más para el joven castaño. Ninguno de sus compañeros parecía compartir el mismo entusiasmo que él, o quizás es que Jiseok no se manejaba por medias tintas, y si se proponía algo, trabajaba incansable hasta obtenerlo.

Como cada jueves, el reloj de la universidad marcaba las ocho treinta cuando el maestro terminó por despachar a Jiseok y a sus compañeros, no sin antes recordarles de su ensayo final y las asesorías que tendría con cada uno para revisar sus avances.

El estómago le rugía, y los ojos le pesaban un poco, pero el ánimo de Jiseok seguía casi tan fresco como al inicio de su día a las nueve de la mañana. Guardando sus útiles a paso tranquilo, se despidió de algunos antes de salir al pasillo y dejar que el suave viento le revolviera el cabello. Cerró los ojos y tomó un respiro profundo.

Una voz interrumpió su momento—
Ey, Jiseok.

Jiseok volvió el rostro en dirección hacia el sonido. El dueño de la voz se trataba de Jungwon, un chico de su salón bastante agradable que tenía amigos en varias carreras—. ¿Mh? ¿Qué pasa?

—Jeongin estaba diciendo si no queremos ir por pizza y unas cervezas— señaló detrás suyo con un movimiento de cabeza. Siguiendo la dirección, se percató que al menos otros seis compañeros suyos estaban ahí, viendo de lejos su conversación. Entre ellos pudo distinguir al susodicho, así como a Felix, Jake y Sunghoon, los otros rostros demasiado en penumbras como para distinguirlos con claridad—. ¿Qué dices? Para sacarnos un poco del estrés de encima.

Jiseok negó de inmediato—. No gracias, la verdad pensaba dirigirme a la biblioteca para repasar un poco más.

Jungwon se encogió de hombros, empezando a darse la vuelta para volver con su grupito—. Como quieras, será para la siguiente entonces.

Y con eso ambos chicos separaron caminos. A paso tranquilo y mientras comía una barra de granola que sacó del bolsillo lateral de su mochila, Jiseok cruzó medio campus y un par de facultades, de las cuales apenas quedaban algunos estudiantes saliendo de sus aulas, con ojeras marcadas y hombros encorvados. Finalmente, luego de unos diez minutos, llegó hasta la biblioteca del campus, la cual estaba abierta hasta las once de la noche, pensando en los estudiantes que, como él, terminaban sus lecciones hasta la noche y aprovechaban en silencio de la hora para coger unas horas de estudio apacibles.

Adentrándose al recinto, saludó en voz baja a la bibliotecaria antes de emprender camino hasta una mesa apartada de la vista directa, el lugar bastante callado y con solo otro par de alumnos que, como fantasmas, leían y escribían en sus dispositivos. Una vez acomodado, Jiseok sacó su iPad, cuaderno y lapicera.

Así, con Spotify reproduciendo una playlist de estudio, la cual resonaba a través de sus auriculares, y el libro de psicología que actualmente usaban descargado en la tableta, Jiseok se permitió desconectarse del mundo y olvidar por un rato absolutamente todo, mientras sus ojos se perdían en el mar de palabras escritas y digitales.

Poco a poco, los minutos dieron paso a las horas, y sin darse cuenta empezó a cabecear, el cansancio acumulado y enmascarado en cafeína de aquella larga semana de clases y talleres finalmente golpeando su sistema. Aquello no lo detuvo, por su puesto. Tan terco como era Jiseok, se negaba a dejar el tema que se encontraba repasando por la mitad.

Pero, por más que su fuerza de voluntad fuera de acero, y sus ganas de estudiar siguieran tan presentes como cuando llegó a la biblioteca, su cuerpo pedía a gritos el descanso. Casi sin darse cuenta, poco a poco se fue recostando sobre la mesa, la fría madera oscura y la voz de Bruno Major lo último que pudo percibir antes de, inevitablemente, caer dormido.

lovely boy 「gayeon」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora