10┃País de los sueños.

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S2 EP26

—"ESTOY INTENTANDO SALVARLE", se defendió Izzie mientras bombeaba manualmente el corazón de Denny. George, Meredith y Cristina estaban en la habitación, mirándola lívidos. "Todo lo que tengo que hacer es confirmar que su estado es peor, entonces Burke puede llamar a UNOS, y él pasará a la lista, y tendrá su corazón".

"Sobre Burke..."

"Se ha vuelto loca, ¿verdad?". George se burló, "¿No soy sólo yo?"

"Sobre Burke..."

"¡Todo saldrá bien!" Izzie Grito. "Cuando llegue Burke, todo irá bien. Él sabrá qué hacer".

"¡Sobre Burke!" intervino Cristina por tercera vez, captando por fin la atención del resto de los internos.

"¡¿Qué?!"

"¡Le han disparado!", gritó, y todos giraron la cabeza hacia ella. Cristina respiró hondo, con la cabeza corriendo en todas direcciones. "También han disparado a Norah. Está inconsciente y..."

"¿Dónde está? preguntó George.

"George..." Meredith intentó calmarlo, pero él le apartó la mano.

"Maldita sea, Cristina, ¿dónde está?", repitió, acercándose a la mujer.

"Trauma 3".

George se largó de inmediato y salió de la habitación, dejando a las tres mujeres lidiando con Denny.

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LA HABITACIÓN ESTABA FRÍA.

Norah abrió los ojos y lanzó un grito ahogado.

La luz que había sobre ella la cegó al incorporarse. Reconoció la habitación, pero desde otra perspectiva. Normalmente, su vista se centraba en el paciente que estaba en la cama, no en las estanterías y cajones de la habitación; sin embargo, en ese momento, ella era el paciente que estaba en la cama.

Sin embargo, la habitación estaba vacía. Ni médicos, ni enfermeras, ni cajones, ni armarios; la puerta estaba cerrada y las persianas, echadas.

Se miró el abdomen y se levantó ligeramente la camisa, hasta donde vio el orificio de entrada de la bala. Los márgenes estaban limpios y, a pesar de tener la carne abierta, no salía sangre de ella. Qué raro, pensó.

Se bajó de la cama, descalza pero aún con la bata limpia. Lo único que se le ocurrió hacer en aquella sala de traumatología vacía fue salir de ella. Y así lo hizo.

Caminó hacia la puerta y examinó cuidadosamente el picaporte, que le brillaba en los ojos. Lentamente, apretó el picaporte y lo giró, abriendo la puerta de par en par.

Pero no estaba en Urgencias, ni siquiera en el hospital.

Sintió la tierra bajo sus pies: el suelo húmedo y la hierba cosquilleante le resultaban familiares. Delante de sus ojos estaba la casa de dos plantas con un feo tejado rojo de la que nunca había dejado de quejarse. Estaba en casa.

La puerta principal se abrió de golpe, llamando su atención, y vio a dos niños corriendo hacia el porche, lanzándose y atacándose con espadas láser de distintos colores en las manos. Norah sonrió al ver cómo su hermano y ella se pinchaban con el juguete.

Lo prometiste | Mark Sloan ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora