Luego de unos minutos me separo del abrazo limpiando mis lágrimas, Wishes hace lo mismo. El haber llorado tanto se siente mejor, es como quitarte un peso de encima, uno que me urgía y mucho.
Muerdo mi labio inferior avergonzada. Esa extraña sensación que te surge en el pecho luego de abrirte con alguien y sentir que estuvo mal -aunque por una parte se sintió bien- presiona mi interior y me hace arrepentirme un poco.
Mi mente queda en blanco por unos cortos segundos, en los que decido darme un bofetada mental y me obligo a decir lo primero que se me ocurra, así evitar entrar en un incómodo silencio del cual me arrepentiré más tarde.
—Gracias, eso fue... liberador— hago una mueca al no saber que palabra utilizar, ella suelta una risa.
—No hay de que— la sonrisa seguida de la risa se mantiene, su mirada se enternece un poco y seguido agrega— No te preocupes por Amelia y sus amigas, hablaré con sus padres y solucionaremos esto— acaricia mi brazo.
—Está bien— susurro. Aclaro mi garganta y rasco mi nuca— ¿Qué era lo otro que quería hablarme?— pregunto para cambiar de tema.
Algo que necesito urgentemente antes que a mi maldita bocota se le ocurra decir algo estúpido.
Wishes toma algo de su escritorio y me lo da.
—Él es Nicolás y ella es su gemela Victoria, tienen siete años y llegaron hace unos dos días al campamento— apunta la foto de un niño y de una niña, ambos de cabello castaño, ojos color miel y con hoyuelos en ambas mejillas.
Una molesta sensación se instala en mi nuca al ver las fotos de los niños, cierro mis ojos unos segundos y sacudo levemente mi cabeza, pero esa sensación no desaparece, solo se vuelve más soportable.
—¿Cómo... cómo es que llegaron?—
Me enfoco en ocultar la mueca que amenaza con salir.
—De la misma manera que tú—
—¿Alguien... los trajo?—
La curiosidad sale antes de que pueda controlarla. La corta pero extraña mirada de Wishes se instala en mi cuerpo y tras analizarme unos segundos la retira y finge no haberlo hecho.
—Al parecer sí. Ambos estaban dormidos a unos metros del campamento, según la enfermera los sedaron. ¿Tú qué piensas?— se sienta en su silla.
—Pues la persona que hizo esto buscaba deshacerse de ellos a toda costa— me siento en la punta del escritorio— Pero, ¿qué tienen que ver ellos conmigo?—
Su rostro se vuelve serio al igual que su compostura.
—Cuando el equipo de Mackenzie los encontró y los trajeron al campamento, ellos...— hizo una pausa, una que me inquietó un poco— ellos murmuraron tu nombre— la miro extrañada.
—¿Por qué dirían mi nombre? Jamás en mi vida los he visto—
—Eso no lo sé, pero sea cual sea la razón quiero que estos niños se queden contigo, te harás cargo de ellos y los ayudarás con sus poderes—
—¿No lo sabía todo?— bromeo recordando lo que dijo el primer día que nos conocimos, me mira con reproche. Aclaro mi garganta y retomo el tema— ¿Por qué creé que tienen poderes?—
—Porque como te había dicho el primer día, ningún humano puede cruzar los portales, mucho menos verlos, solo los Moon Night podemos hacer eso. Es por esa razón que tú y esos gemelos pudieron cruzar el portal, son Moon Night y lo único que los puede diferenciar es... —
—Si somos herederos o fenómenos, lo sé— termino por ella.
—Iba a decir, hijos de padres Moon Night o hijos de padres humanos— corrige con una sonrisa, me bajo del escritorio para ir a la puerta— Por cierto Deimon, ya sé que tu madre era humana,— me tenso, nadie lo sabía— lamento mucho lo que le pasó— doy media vuelta.
ESTÁS LEYENDO
Deimon
FantasyUna simple chica diagnosticada con ataques de pánico. Una madre adoptiva con serios problemas de alcoholismo. Su vida cambia cuando deja su medicamento durante todo un mes, ocasionando la visita de una extraña niña, una desgracia y un peligro descon...