El Sin Nombre.

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– Así que Hassan está en Chicago junto con Al-Qatala... – Rodolfo.

– Podemos partir mañana en la mañana. Dejaría de ser una misión encubierta si "raramente" saliéramos de prisa luego de ya haber salido repetidas ocasiones. – Urban.

– Tiene razón, debemos esperar un poco. – Soap.

Todos se marcharon luego de eso.
Yo me quedé en la barra, pensando qué hacer. Mi insomnio no me permite dormir, así que no me queda de otra de todas formas.
Alejandro se quedó conmigo. Él suele acompañarme en las noches que no puedo dormir. Me cuenta de su niñez, operaciones pasadas o futuras e incluso saca algunos chistes malos para mí. La madrugada de hoy no fue la excepción.

– ¿Qué tal te sentiste en ésta misión? Vaya que les rompiste el trasero. – Alejandro, dijo sonriente.

– Literalmente. No quiero ver cómo acabaron sus "traseros" cuando lancé a uno por uno del helicóptero. –

Alejandro sonrió y se puso de pie. Con un movimiento rápido, jaló mis caderas y me atrajo hacia él, haciendo que bajara del banco en el que estaba sentada.
Las diferencias de estaturas eran notorias. El Coronel es más alto que yo por... bastante. Pero no es algo que me incomode, de esta manera puedo ver mejor sus ojos.

– Mi chula... – Alejandro.

– ¿Eh? – Siento que mi rostro está morado con verde... quizás violeta y rojo. ¡Qué voy a saber yo!

– Tu cuerpo es poesía. Y con muchísimo gusto... yo vengo a rimártela. – Alejandro.

Vaya juego de palabras. Típico de Alejandro. Es uno de sus piropos nacos de siempre.
No puedo deducir si está coqueteando o bromeando. Siempre tiene la misma sonrisa y mirada lujuriosa.

Cuando sus labios estaban apunto de juntarse con los míos, su celular sonó e inmediatamente se alejó de mí para contestar.

– ¿Qué mier- oh... bien, te veré en un rato. – Alejandro.

– ¿Y eso? – Claro que tengo curiosidad. Ni siquiera me dejó ver el número de contacto.

– Nada, chula. Nos vemos después. – Alejandro.

Luego de decir eso, se echó a correr. ¿Qué estará haciendo ese hombre? Algo me dice que está metido en asuntos no totalmente cuerdos. Como sea, siempre tiene que hacer algo para arruinar nuestros momentos. Tal vez lo haga a propósito y es una de las cosas que más odio de él.

Me subí al banco de nuevo y tomé un vaso de agua. Sin darme cuenta me quedé dormida.
Desperté por el ruido de las sirenas, las cuales retumbaban por toda la base.
Me froté los ojos y me paré rápidamente. Todos los Vaqueros corrían hacia afuera, al igual que la 1-4-1.
Como pude me puse un chaleco antibalas tirado y tomé una pistola, las cuales siempre tenemos en puertas de emergencia. Salí con todos los demás sólo para toparme con cientos de narcotraficantes armados, atacando con fervor el área.
Ví a Soap al fondo y me dirigí a él mientras esquivaba balas, primero buscando un contexto de la situación.

– ¡¿Qué pasó!? – Grité para que el soldado me pudiera escuchar.

– ¡Las Almas! ¡Al parecer a su jefe no le gustó mucho que visitáramos a Los Halcones que no vuelan! – Soap.

Dije varias groserías mudas para ponerme en una posición ideal y empezar a disparar hacia los enemigos. Alejandro, Rudy, Ghost y Urban estaban más al frente, haciendo una tipo cobertura con cuerpos humanos de los soldados caídos y sicarios.
Después de un buen rato de sudor, acabamos con la mayoría. Algunos de ellos escaparon, pero no podíamos hacer nada más. Nuestra munición era escasa.
De inmediato nos reunimos con los vivos, creando un círculo.

Algo más allá. | Call Of Duty / Lectora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora